El gran corazón de Lucas



Érase una vez un niño llamado Lucas que vivía en un pequeño barrio rodeado de árboles y risas. Lucas era el niño más alegre y divertido de su clase, siempre tenía una broma lista o una ocurrencia que hacía reír a sus amigos. Con sus ojos brillantes y su sonrisa contagiosa, detrás de él siempre había un grupo de compañeros dispuestos a seguirlo en cualquier aventura.

Un día, mientras jugaban al fútbol en el parque, Lucas se le ocurrió una idea. Quería impresionar a sus amigos, así que decidió inventar una historia. "¡Chicos! ¡Ayer conocí a un verdadero superhéroe!"- exclamó con emoción. Sus amigos, intrigados, le pidieron más detalles.

"¡Sí! Tenía una capa roja y me salvó de un perro gigante que quería morderme!"- decía Lucas mientras gesticulaba con sus manos.

Sus amigos se miraron entre sí, sorprendidos y emocionados. Uno de ellos, Tomás, preguntó: "¿De verdad? ¿Cómo se llama?"-

"Se llama Fuego, ¡y vuela a toda velocidad!"- respondió Lucas sin dudar.

Al principio, sus amigos estaban fascinados, pero a medida que pasaron los días, Lucas sintió la presión de contar más historias increíbles para mantener la atención de sus amigos. "¡Ayer estuve en un circo y vi a un elefante bailar!"- decía Lucas, y sus compañeros le creían.

Sin embargo, un día, lo que comenzó como un juego de historias se tornó en algo complicado. Mientras Lucas esperaba en el parque a sus amigos, conoció a una nueva chica llamada Valentina. Ella había llegado al barrio y se le acercó.

"Hola, soy Valentina. ¿Quieres jugar?"- le dijo, sonriendo.

Lucas, sintiéndose inseguro, decidió impresionarla. "¡Por supuesto! Ayer salté de un rascacielos con mi superhéroe Fuego!"- se jactó.

Valentina lo miró con curiosidad y preguntó: "¿En serio? ¡Eso es increíble! ¿No te da miedo?"-

Lucas dudó y, por un momento, sintió que sus mentiras podían caer en cualquier momento. Así que sonrió y respondió: "No, porque tengo un super traje que me protege. Es de color verde y brilla en la oscuridad!"-

Cuando sus amigos llegaron y escucharon la conversación, comenzaron a reírse. "¡Lucas, no se puede saltar de un rascacielos!"- dijo Tomás entre risas. Pero Valentina no se rió.

"¿Por qué tienes que inventar cosas?"- preguntó Valentina. Su mirada era seria. "Si retrocedieras un poquito, notarías que no necesitas esas historias para ser genial.¡Eres divertido solo siendo tú!"-

Las palabras de Valentina calaron profundamente en Lucas. Esa noche, mientras intentaba dormir, se dio cuenta de que había disfrutado más de las aventuras con sus amigos y de ser él mismo. No necesitaba inventar historias, porque su risa y su corazón grande ya lo hacían especial.

Al día siguiente, Lucas decidió ser honesto con sus amigos. "Chicos, quiero decirles algo. Todas las cosas que conté... no son verdad. No conocí a un superhéroe, ni salté de un rascacielos. Solo quería que me creyeran interesante, pero me di cuenta de que lo soy por ser quien soy"- dijo con sinceridad.

Sus amigos se quedaron en silencio por un momento. Después, uno a uno, comenzaron a sonreír.

"No te preocupes, Lucas. Todos hemos hecho eso alguna vez"- dijo Tomás. "Lo importante es que aprendiste y te valoramos tal como sos. ¡Vamos a jugar!"-

Y así, Lucas se sintió aliviado. Desde ese día, entendió que no necesitaba mentir para ser querido. Su verdadero valor venía de su corazón alegre y divertido.

Y en cada juego y risa compartida, Lucas descubrió que ser él mismo era la mejor aventura de todas.

FIN.

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