El gran correr de Nubes
En un tranquilo pueblo donde el cielo siempre lucía despejado y lleno de nubes esponjosas, vivía un perro llamado Rayo. Rayo era un perro muy curioso, con un pelaje marrón brillante y una larga cola que movía con entusiasmo cada vez que veía algo que le llamaba la atención. Pero lo que más le gustaba a Rayo era correr. Correr tras de las hojas, correr tras de los pájaros, y correr tras de las nubes.
Un día, mientras Rayo jugaba en el parque, vio un grupo de nubes grandes y esponjosas que parecían bailar en el cielo. Se quedó mirándolas, maravillado.
"¿Por qué no puedo correr yo también con las nubes?" - se preguntó Rayo, mientras su cola movía con más fuerza que nunca.
Fue entonces cuando decidió que tenía que hacer algo al respecto. Se acercó a su mejor amigo, un gato también curioso llamado Sombra.
"Sombra, ¿te imaginas si pudiéramos correr con las nubes? Las nubes tienen que ser muy divertidas, ¿no crees?" - dijo Rayo emocionado.
Sombra pensó un momento, con su mirada sagaz.
"Pero Rayo, ¡las nubes están tan lejos! No podemos alcanzarlas..." - respondió Sombra con un tono un poco escéptico.
"¡Tal vez haya una forma!" - exclamó Rayo. Su entusiasmo no se apagó. Un buen día, mientras exploraban una parte menos conocida del bosque, encontraron una casa pequeña, rebosante de colores. A la entrada, había un cartel que decía: "La Casa de los Sueños".
"¿Qué es esto?" - preguntó Sombra, intrigado.
"No sé, pero tal vez aquí podamos encontrar algo que nos ayude a volar a las nubes. Vamos a averiguarlo!" - dijo Rayo, moviendo su cola emocionado.
Al entrar, se encontraron con una anciana amable y sabia, que los recibió con una sonrisa.
"¡Hola, pequeños aventureros! ¿Qué los trae a mi casa?" - dijo la anciana.
"Queremos correr con las nubes, pero no sabemos cómo llegar hasta ellas" - explicó Rayo, su corazón latiendo rápido de emoción.
La anciana sonrió y les dijo:
"Los sueños siempre son posibles si se trabaja en equipo. Tal vez, necesiten un poco de magia. Les puedo ofrecer tres cosas: una pluma de pájaro, un hilo brillante y un espejo de agua. Todo tiene un propósito. ¿Están listos para usarlos?" -
Rayo y Sombra asintieron con la cabeza, listos para la aventura.
La anciana les mostró cómo usar cada objeto. La pluma les permitiría escribir sus sueños, el hilo los ayudaría a unir sus deseos, y el espejo les brindaría la claridad para ver el camino hacia sus objetivos.
"Ahora, lo único que queda es tener fe en ustedes mismos" - dijo la anciana. Con cada objeto en sus patas, Rayo y Sombra se sintieron listos para el desafío.
"Vamos a unir nuestros sueños y correr hacia las nubes. ¡Uno, dos, tres!" - gritó Rayo. Comenzaron a girar alrededor del espejo, observando cómo sus sueños se reflejaban en el agua.
De repente, un fuerte viento comenzó a soplar, y sintieron cómo sus patas se levantaban del suelo, como si estuvieran volando. Rayo y Sombra, asombrados, miraron hacia arriba y ¡oh sorpresa! Se encontraban rodeados de las nubes que tanto deseaban alcanzar.
"¡Lo logramos!" - exclamó Rayo emocionado.
De repente, las nubes comenzaron a comunicarse con ellos.
"¡Bienvenidos, Rayo y Sombra! Ustedes han demostrado que mientras sueñen juntos y trabajen en equipo, pueden alcanzar cualquier meta, incluso aquellas que parecen imposibles. ¡Diviértanse corriendo por el cielo!" -
Desde entonces, Rayo y Sombra descubrieron que correr con las nubes era más que un simple juego; cada vez que miraban hacia arriba, recordaban que los sueños que comparten pueden llevarlos a lugares inesperados. Y lo más importante, aprendieron que la amistad y la colaboración son la verdadera magia.
Y así, en ese pueblo donde el cielo siempre lucía despejado, Rayo y Sombra volaban alto, riendo y disfrutando de cada momento, demostrando que con un poco de creatividad y mucha amistad, todo es posible.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.