El Gran Cruzamiento de los Andes



Era un hermoso amanecer en la ciudad de Mendoza, donde los paisajes de montañas y ríos se mezclaban en una danza de colores. Jose de San Martín, un hombre de gran corazón y un gran líder, se preparaba para una aventura que marcaría la historia de su tierra. Pero no estaba solo, contaba con la ayuda de su fiel amiga, Gregoria Matorras, una niña valiente que soñaba con hacer cosas grandes.

"Jose, ¿estás listo para cruzar los Andes?" - preguntó Gregoria con ojos brillantes.

"Listo no, pero determinado, sí. Necesitamos la ayuda de todos para liberar a nuestro pueblo", respondió San Martín con firmeza.

Gregoria, que siempre había admirado las historias de valentía y libertad, sabía que este era un momento especial. Así que, sin pensarlo dos veces, recogió su mochila y se unió a San Martín en su viaje.

Mientras caminaban por los senderos de montaña, se encontraron con una niña llamada Merceditas, quien a pesar de ser pequeña tenía un gran espíritu. Merceditas había escuchado los rumores sobre el gran crucero y se acercó curiosa.

"¿Puedo ir con ustedes?" - preguntó Merceditas con entusiasmo.

"Claro que sí, necesitamos más valientes como tú" - sonrió San Martín.

El trío continuó su camino, disfrutando de las maravillas de la naturaleza hasta que, de repente, una fuerte tormenta se desató. Los vientos aullaban y la nieve caía sin piedad.

"No podemos avanzar así, tenemos que encontrar refugio" - dijo Gregoria, mirando a su alrededor con preocupación.

"Aquí, detrás de esas piedras, podemos resguardarnos" - sugirió San Martín señalando un pequeño abrigo natural.

Mientras se refugiaban, los tres comenzaron a contarse historias para distraerse del frío.

"Cuenten historias de héroes, así ganamos fuerzas" - propuso Merceditas.

San Martín comenzó a relatar la Batalla de San Lorenzo, donde él y sus hombres lucharon con valentía.

"Cuando las balas volaban, nunca pensé en rendirme. La libertad es más importante que cualquier otra cosa" - explicó.

Gregoria, inspirada también, decidió compartir su propio cuento. "Una vez, ayudé a un anciano a encontrar su camino. Esa pequeña ayuda fue valiente a su manera".

Finalmente, la tormenta cedió y el sol volvió a brillar. Los amigos decidieron seguir su camino, más fuertes y motivados.

Al llegar al otro lado de los Andes, se encontraron con un gran grupo de personas, quienes desde lejos los vieron como héroes. San Martín se dirigió a ellos.

"Hemos cruzado montañas y ríos, pero lo más fuerte que llevamos es el amor por nuestra patria. ¡Juntos lucharemos y lograremos la libertad!" - exclamó enérgicamente.

Las personas aplaudieron y corearon su nombre. Gregoria y Merceditas se miraron con sonrisas mientras sentían una inmensa felicidad en sus corazones.

"Lo que hicimos hoy es solo el comienzo de muchas cosas buenas" - dijo Merceditas.

A medida que se organizaban para la siguiente batalla, San Martín, Gregoria y Merceditas supieron que estaban destinados a hacer cosas grandes por su país, unidos en su lucha por la libertad. Su amistad y valentía se convertirían en una leyenda que inspiraría a otros en el camino a seguir.

Así, cada uno desempeñó su papel en las futuras batallas, recordando siempre que la verdadera fortaleza está en la unión y en el amor por la libertad y su tierra, porque como bien decía San Martín: "Unidos, somos invencibles".

FIN.

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