El Gran Cumpleaños de Daisy
Era un día soleado en el pueblo de Colores, donde todos los niños estaban muy emocionados porque se acercaba el cumpleaños de Daisy, la perrita más linda y querida de todo el barrio. Su dueña, Ana, había planeado una fiesta maravillosa con un gran pastel de chocolate, decoraciones de muchos colores y juegos divertidos.
Ana se pasaba horas eligiendo las mejores decoraciones.
"¡Mirá, Daisy! Esta guirnalda de globos y serpentinas es perfecta para ti" -dijo Ana, mientras sostenía una explosión de colores en sus manos.
Daisy movió la cola, ansiosa por la fiesta.
"Sí, sí, más decoración, por favor" -parecía decir con su mirada.
Pero la emoción de Ana no duró mucho. Cuando se acercó el día de la fiesta, una nube gris comenzó a cubrir el cielo. "Oh no, esperemos que no llueva, Daisy" -suspiró Ana.
Daisy, al ver la angustia de su dueña, la miró con sus grandes ojos marrones y le ladró suavemente, como animándola.
El día de la fiesta llegó, y aunque el cielo seguía nublado, Ana decidió que no dejaría que eso arruinara su celebración.
"No importa, Daisy, ¡vamos a hacer la mejor fiesta del mundo!" -exclamó Ana.
Preparó todo mientras Daisy correteaba a su alrededor, llevando una corona de flores en su cabeza, que se había hecho con pétalos del jardín.
Cuando los amigos llegaron, la angustia de Ana se disipó de inmediato. "¡Sorpresa!" -gritaron todos al entrar, y las sonrisas brillaron como el sol, haciendo incluso que esa nube gris pareciera un poco menos amenazante.
Instalaron los juegos en el jardín, el pastel estaba listo, y Ana hizo una increíble decoración con globos en los árboles. La tarde se llenó de risas y juegos.
"¡Vamos a jugar a la búsqueda del tesoro!" -sugirió Tomi, uno de los amigos de Ana. Todos los niños corrieron a buscar pistas por el jardín, mientras Daisy perseguía a todos, disfrutando de la diversión.
Pero de repente, comenzó a llover.
"¡Ay no!" -dijo Ana, aterrorizada.
"No dejes que eso te deprima, Ana" -le dijo Sofía, otra amiga. "La fiesta puede seguir dentro. ¡Además, a los perros les encanta mojarse!"
Entonces, los niños corrieron a entrar y decidieron hacer la fiesta en el interior. Ana se mostró reacia, pero al ver lo felices que estaban sus amigos, decidió unirse.
"¡Está bien! ¡A bailar!" -gritó, y apagó las luces para encender un par de luces de colores que tenía guardadas.
Mientras bailaban y jugaban, Daisy, que no era de quedarse atrás, también comenzó a hacer trucos, como saltar por los círculos de papel que Ana había dejado. Todos rieron y aplaudieron su espectáculo.
"¡Daisy es la estrella!" -exclamó Julián.
Finalmente, llegó el momento de cortar el pastel. Ana y sus amigos se juntaron alrededor de la mesa cubierta de coloridos globos. "¡Feliz cumpleaños a Daisy!" -gritaron, y mientras Ana comenzaba a cantar, Daisy se las arregló para tomar un pequeño bocado del pastel de chocolate que tanto había esperado.
"¡Ey! ¡Ese es el mío!" -dijo Ana riendo.
La lluvia seguía cayendo, pero ya no les importaba. Con juegos, risas y un poco de chocolate, la fiesta continuó siendo un éxito.
Pasaron un par de horas, y cuando la lluvia se calmó, los niños decidieron salir a jugar de nuevo en el jardín. Ana notó que las nubes comenzaban a alejarse y el cielo se cubría de un hermoso arcoíris.
"¡Chicos, miren!" -gritó feliz mientras señalaba el cielo.
"¡Es un arcoíris!" -todos respondieron maravillados.
Así, en el último rayo de sol del día, Ana y sus amigos se sentaron con Daisy al aire libre. La angustia había desaparecido, y la alegría de tenerse el uno al otro siempre fue el mejor regalo de todos.
"Gracias, Daisy, por ser la mejor amiga que podría tener" -susurró Ana, abrazando a su perrita.
Así, el cumpleaños de Daisy se convirtió en una fiesta inolvidable, donde aprendieron que no importa el clima exterior, sino la alegría que llevamos dentro.
Y desde ese día, cada vez que el cielo se nublaba, Ana y sus amigos recordaban la increíble fiesta de cumpleaños de Daisy, sonriendo ante la pequeña lluvia que solo hacía brillar más la magia de la amistad.
FIN.