El Gran Cumpleaños del CEF 112
Era un día soleado en el barrio y todos los niños del CEF 112 estaban emocionados. Ese día, se celebraba el cumpleaños del Centro de Educación Física, y todos los pequeños habían sido invitados a participar de diversas actividades deportivas y a una gran merienda. El ambiente estaba lleno de risas y alegría.
En el patio del CEF 112, se habían organizado estaciones de fútbol, vóley y atletismo. Todos querían mostrar sus habilidades y divertirse con sus amigos.
"¡Hoy vamos a demostrar lo que hemos aprendido este año!", gritó Tomás, un niño de ocho años, mientras comenzaba a practicar sus tiros al arco.
"Y después de jugar, ¡será el momento de la merienda!", agregó Clara, su mejor amiga, mientras corría hacia la cancha de vóley.
Los niños estaban tan concentrados en sus juegos que no se dieron cuenta de que un grupo de niños de la calle, menos afortunados, los observaba desde lejos. Tenían ganas de unirse, pero no se atrevían a acercarse. Uno de ellos, Lucas, murmuró:
"Me encantaría jugar con ellos, pero no tengo zapatillas como las de ellos", dijo con tristeza.
Al ver esto, Clara y Tomás decidieron hacer algo al respecto.
"¿Por qué no los invitamos a jugar con nosotros?", sugirió Clara, entusiasmada.
"¡Sí! Cuantos más seamos, más divertido será!", asintió Tomás.
Los dos se acercaron al grupo de niños.
"¡Hola!", dijo Clara con una gran sonrisa. "¿Quieren jugar con nosotros? ¡Hoy es un día especial!"
Los ojos de Lucas se iluminaron.
"¿De verdad?"
"Sí, ¡vengan!", animó Tomás.
Los niños de la calle, sorprendidos, no podían creer la invitación. Con un poco de duda, se acercaron. A partir de ese momento, las risas y el compañerismo fueron los protagonistas. A medida que jugaban, se olvidaron de las diferencias y juntos fueron formando un gran equipo.
"¡Mirá, ya somos un montón!", dijo Lucas, mientras disparaba el balón hacia el arco.
"¡Eso es, Lucas! ¡Vamos por más!", respondió Tomás, quien se convirtió en su mejor amigo de inmediato.
Después de unas horas de juegos, todos estaban cansados pero felices. El momento de la merienda había llegado, y todos se sentaron juntos en el césped. Clara comenzó a repartir las golosinas.
"¡Miren todas estas delicias!", exclamó Clara, llenando el ambiente de dulzura.
"¡Esta merienda es la mejor!", dijo Lucas mientras disfrutaba de una galleta.
Los niños compartieron historias, se rieron y dejaron de lado cualquier tipo de prejuicio. El cumpleaños del CEF 112 se convirtió en una gran fiesta de deportes y amistad.
Justo cuando todo parecía perfecto, el entrenador Gustavo apareció.
"¡Muchachos! No puedo creer lo que están haciendo aquí. Ustedes han demostrado que el deporte une a las personas. ¿Qué les parecería realizar un torneo de fútbol donde todos puedan participar?"
"¡Sí! ¡Queremos jugar juntos todo el año!", gritaron todos al unísono.
Así, el CEF 112 no solo celebró un cumpleaños, sino que también plantó la semilla de la unión entre la comunidad. Después de ese día, se organizó un torneo de fútbol que se volvió una tradición. Todos los niños, sin importar de dónde venían, formaron equipos, jugaron y celebraron juntos.
Con el tiempo, Lucas y sus amigos se volvieron parte de la comunidad del CEF 112, disfrutando del deporte y la amistad que habían ganado en ese mágico día. Y así, el cumpleaños del CEF 112 se transformó en un verdadero ejemplo de oportunidades, compañerismo y felicidad, enseñando que, en el deporte, no hay lugar para las diferencias y que la verdadera victoria es la amistad.
Cada año, los niños no solo celebraban el cumpleaños, sino también su habilidad para crear lazos, uniendo sus corazones a través del juego y la diversión.
FIN.