El Gran Debate de la Selva
En una densa y colorida selva, todos los animales se reunieron para una gran asamblea. Era un día especial, ya que había que decidir quién sería el nuevo anfitrión del Festival de la Vida, donde todos celebrarían la diversidad de sus familias.
La tortuga Teresita, ovípara y amiga de todos, fue la primera en hablar.
"¡Hola a todos! Estoy muy emocionada por el festival, pero creo que deberíamos discutir sobre nuestras diferencias. Algunas de nosotras, como los pájaros, ponemos huevos, y otras, como los mamíferos, tenemos a nuestras crías en nuestro interior. ¿Por qué no hacemos un debate para conocernos mejor?"
El león Leónidas, orgulloso vivíparo, rugió con fuerza.
"Eso suena muy interesante, Teresita. Pero yo creo que todos deberíamos mostrar cómo nacen nuestros hijos y demostrar que cada uno de nosotros tiene su propia manera especial. ¡Empecemos ya!"
Primero, se levantó Dama, la gallina, que aleteó con alegría.
"Yo pongo huevos, y los cuido con mucho amor. Cuando los pollitos salen, son pequeños y tiernos. ¡Es hermoso verlos crecer bajo mis alas!"
Al otro lado, la loba Luna se puso de pie.
"Nosotros los mamíferos cuidamos a nuestras crías en nuestro vientre hasta que están listos para nacer. Los alimentamos con nuestra leche y los enseñamos a cazar. ¡Es una conexión muy especial!"
Las diferencias parecían dibujar un gran abismo entre los vivíparos y los ovíparos. Sin embargo, el pequeño colibrí Tito, que volaba de un lado a otro, decidió intervenir.
"Esperen, esperen. ¿No ven lo hermoso que es que somos diferentes? Además, tanto las crías que vienen de huevos como las que nacen de mamás tienen algo en común: ¡todas son parte de la vida!"
Teresita asintió enérgicamente.
"¡Exacto! Cada uno de nosotros tiene su propia manera de traer vida al mundo, y todas son válidas. ¿Qué les parece si compartimos historias sobre nuestras crías y lo que aprendemos de ellas?"
Dama la gallina se emocionó y comenzó a contar:
"Una vez, uno de mis pollitos se quedó atrapado en un arbusto. Lo vi tan asustado, pero al acercarme y protegerlo, ¡durante días me seguía a donde yo iba! Aprendí que siempre hay que estar atenta y ser protectora con los que amamos."
Entonces, Luna, la loba, tomó su turno.
"Mis cachorros son curiosos y siempre están intentando seguirme. Si se separan de mí, los llamo y siempre vuelven. Aprendí que ser paciente es la clave y que debo guiarlos con amor. Las crías necesitan nuestro apoyo en el mundo."
Un aire de comprensión comenzó a llenar la selva. Todos empezaron a compartir sus historias, y cada uno aprendió algo nuevo de los demás. La tortuga Teresita, al ver la conexión entre las experiencias, exclamó:
"¡Esto es maravilloso! Cada uno tiene su propio camino, pero todos llevamos amor a nuestras crías. Y eso es lo que importa, no cómo llegamos a la vida."
De repente, apareció una mariposa colorida que revoloteó alrededor de todos.
"¡Hola a todos! Soy Mariposa Kiki. He estado escuchando y quería agregar algo. Las mariposas también venimos de huevos, pero vivimos un proceso hermoso de transformación. ¡Todo cambia y todo crece!"
Y así, la mariposa Kiki les contó sobre su transformación de oruga a mariposa, destacando la importancia de los cambios y el crecimiento en la vida.
El león Leónidas concluyó con su poderosa voz:
"Hoy aprendimos que la diversidad es lo que hace que nuestra selva sea única. No importa si venimos de huevos o de un vientre. ¡Lo importante es el amor que les brindamos a nuestros pequeños!"
Finalmente, decidieron que el Festival de la Vida sería una verdadera celebración de la diversidad. Todos los animales se unieron para preparar un gran evento donde cada uno compartiría lo que había aprendido de sus propias experiencias como padres. Desde bailes hasta historias contadas a viva voz, todos se sintieron más cercanos, y nunca más dudaron de su valía.
El día del festival, los vivíparos y ovíparos se unieron en un maravilloso espectáculo, y juntos celebraron la vida, la amistad, y lo más importante de todo: ¡el amor!
Y así, en la selva, se creó un lazo inquebrantable entre los diferentes grupos, donde todos entendieron que cada forma de dar vida era igualmente hermosa y valiosa. Desde aquel día, nunca más hubo separación entre quienes venían de huevos y quienes venían del calor de un hogar.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.