El Gran Debate de los Animales
Una vez, en un hermoso valle rodeado de montañas, vivían un chancho, un camello y un venado. Cada uno era muy orgulloso de sus habilidades y un día, mientras tomaban el sol, comenzaron a discutir sobre quién era el mejor de todos.
"Yo soy el mejor porque puedo correr muy rápido por el bosque y saltar altas ramas. ¡Miren cuán ágil soy!" - decía el venado, mientras hacía piruetas a su alrededor.
"Así que crees que puedes ganar por ser rápido, ¿eh? Yo soy el mejor porque puedo soportar el calor del desierto y caminar por días sin agua. ¡Soy un verdadero superviviente!" - refutó el camello, alzando su cuello orgulloso.
"Ja! ¡Nada de eso! ¡Soy el más inteligente! Cuando quiero, puedo encontrar comida en cualquier lugar y adaptarme a cualquier clima. ¡Soy el rey de la granja!" - argumentó el chancho, mientras se revolvía en el barro.
La discusión se volvía más intensa y, al cabo de un rato, comenzaron a gritarse entre ellos. Nadie parecía querer ceder ni un milímetro, y el silencio del valle fue interrumpido por una imponente sombra que sobrevolaba el paisaje. Era un gigantesco cóndor que había visto la escena desde lo alto.
Decidido a intervenir, el cóndor se posó en una rama cercana y desde allí habló con su voz profunda:
"¡Oigan, amigos! ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué discuten por saber quién es el mejor?"
Los tres animales se quedaron en silencio, sorprendidos de que alguien tan majestuoso les hablara.
"Estamos debatiendo sobre quién es el mejor de todos nosotros, pero no llegamos a ningún lado. Nadie cede ni un poco," - dijo el venado, algo frustrado.
"Sí, pero la verdad es que no se trata de ser mejor o peor. Cada uno de ustedes tiene habilidades únicas que los hacen especiales en su propio mundo," - respondió el cóndor.
Los animales se miraron entre sí, pensativos. El chancho, emocionado por poder escuchar al cóndor, le preguntó:
"¿Cómo así? ¿Qué tiene de especial cada uno de nosotros?"
Sonriendo, el cóndor les explicó:
"Venado, tu agilidad te permite escapar de los depredadores y moverte rápidamente por el bosque. Eres un símbolo de gracia y velocidad.
- Camello, tú eres un experto en sobrevivir en condiciones extremas. Tu resistencia te permite atravesar el desierto, donde otros no podrían.
- Y tú, chancho, tienes la capacidad de adaptarte a la vida en la granja y aprovechar cada recurso. Además, siempre puedes hacer reír a otros con tus travesuras.
Cada uno es único y tiene un papel esencial en su ecosistema, así que ¡no se peleen por ser el mejor!"
Los tres animales quedaron en silencio, procesando las palabras del cóndor. Ser mejores no significaba competir entre ellos, sino reconocer sus diferencias y cómo cada uno aportaba algo especial a su alrededor.
"Tenés razón, cóndor. Nunca había pensado en ello," - dijo el venado, mirando a sus compañeros.
"Sí, deberíamos celebrar nuestras habilidades en lugar de pelear," - agregó el camello, con una sonrisa.
"Y yo me daré cuenta de que el barro es solo un lugar, pero la amistad que tenemos es lo más valioso," - concluyó el chancho, revolviéndose felizmente en el barro.
Desde ese día, el venado, el camello y el chancho se volvieron amigos inseparables. Juntos compartían sus habilidades y aprendían unos de otros, desde las rápidas carreras en el bosque, hasta divertidos paseos por el desierto y las travesuras en la granja.
Y el cóndor, desde lo alto de las montañas, volaba contento al ver que sus palabras habían hecho que tres amigos dejaran de discutir.
La moraleja del cóndor fue entonces clara para todos:
"No hay mejor ni peor, solo diferentes. Y eso es lo que nos hace especiales. Juntos, somos más fuertes."
FIN.