El gran desafío de Agus
Era un día soleado en Buenos Aires. Agus, un niño de diez años, miraba por la ventana de su clase de inglés mientras su profesora, Jazmín, escribía en el pizarrón. A pesar de ser un chico curioso y alegre, el inglés nunca había sido su fuerte. Este año, en 2024, le había costado más que nunca entender las palabras, las pronunciaciones y las reglas gramaticales. Y no solo eso, se enfrentaba a un gran reto: tenía que presentar un examen para pasar a la siguiente clase.
"Agus, por favor, presta atención a lo que digo", dijo Jazmín, frunciendo el ceño mientras miraba al alumno distraído.
"Sí, profesora, estoy escuchando", respondió Agus, aunque en su mente seguía viendo las nubes fuera de la ventana.
"Este examen es muy importante. Si no logras aprobar, tendrás que quedarte en este nivel el año que viene. Estoy preocupada por vos", confesó Jazmín, con un tono firme pero que también dejaba entrever algo de preocupación.
Agus sintió un nudo en el estómago. La idea de volver a repetir el año con los mismos compañeros le aterrorizaba. Sabía que sus amigos habían avanzado mucho, y esa modorra le pesaba. A pesar de sus intentos, como estudiar con videos divertidos o leer cuentos en inglés, sentía que nada funcionaba.
Decidido a cambiar esa historia, Agus se acercó a su papá una tarde después de clase.
"Papá, creo que necesito ayuda con el inglés. Quiero estudiar para el examen", dijo con la voz un poco temblorosa.
"Claro, Agus, ¿qué tal si hacemos un juego?", sugirió su papá, sonriendo.
"¿Un juego?" preguntó Agus, intrigado.
"Sí, jugamos a que somos personajes en una historia en inglés. Cada vez que hablemos, tenemos que hacerlo en ese idioma. ¿Te animás?"
"¡Sí! ¡Vamos a intentarlo!", respondió Agus, sintiendo una chispa de entusiasmo.
Así que así comenzaron las aventuras en casa. Agus y su papá se convirtieron en piratas en busca de un tesoro escondido. Pero, cada vez que uno quería buscar pistas, ¡tenía que hablar solo en inglés! Al principio, Agus cometía muchos errores, pero cada vez que lograba decir algo correctamente, su papá lo festejaba con un baile ridículo.
La risa se convirtió en el mejor aliado del aprendizaje. Con cada semana que pasaba, Agus iba notando que comprendía un poco más, y no solo eso, cada vez se sentía más motivado. Un día, llegó a casa emocionado.
"¡Papá, hoy pude entender casi toda la canción en inglés que escuchamos!", exclamó.
"¡Eso es fantástico, Agus!", respondió su papá mientras hacía una pirueta en la sala.
Con el tiempo, Agus también decidió hacer un mural en su habitación donde pegó imágenes de cosas que amaba, como su perro, su juego de fútbol y sus amigos, pero todo etiquetado en inglés. Así cada vez que entraba, se encontraba con palabras que resonaban en su cabeza y en su corazón.
Finalmente, llegó el día del examen. Agus se sentía un poco nervioso. Había trabajado mucho, pero no podía evitar la preocupación por lo que diría Jazmín. Cuando terminó el examen, sintió un alivio, porque aunque hubo cosas complicadas, por primera vez, habría contestado varias preguntas sin pensar en español.
El día de la entrega de notas, Agus asistió a la clase nervioso.
"Hoy voy a anunciar los resultados del examen", dijo Jazmín, mirando a sus alumnos. Al mencionar varios nombres, poco a poco los chicos se iban alegrando. Finalmente, llegó el turno de Agus.
"Agus, te tengo que felicitar. Lograste aprobar, ¡muy bien hecho!", exclamó Jazmín, sorprendida.
"¿De verdad?", preguntó Agus, abriendo los ojos como platos, incapaz de creerlo.
"No solo aprobas, sino que has progresado notoriamente en comparación al inicio del año. ¡Sigue así!", sonrió Jazmín, con un brillo en sus ojos que dejó a Agus sin palabras.
Esa noche, Agus se acostó con una gran sonrisa en su cara.
"Gracias, papá, por ayudarme con el juego. Eso me sirvió mucho", confesó Agus justo antes de dormir.
"Siempre vas a poder contar conmigo, Agus. La perseverancia y la diversión son claves para el aprendizaje", le respondió su papá, sonriendo.
Y así, Agus entendió que aunque las cosas empiezan difíciles, con dedicación, un poco de ayuda y mucha creatividad, se pueden lograr grandes cosas. Nunca dejó de sonreír al recordar su aventura y los buenos momentos aprendiendo que tanto atesoraba.
FIN.