El Gran Desafío de Carla y Alma
Era un soleado día en el colegio Sagrado Corazón Maracena, y las risas de los niños resonaban en el patio. Carla y Alma, dos amigas inseparables, estaban sentadas bajo un árbol, conversando sobre lo que harían durante el receso.
"¿Te imaginas si organizáramos una carrera solidaria?" - propuso Carla con entusiasmo."Podríamos juntar alimentos para los que más lo necesitan".
Alma sonrió. Sabía que Carla era una ideadora innata y estaba lista para seguirla en esta nueva aventura.
"¡Sí! Pero necesitamos planearlo bien, así hará mucho ruido y se sumará más gente" - respondió Alma, mordiéndose el labio con emoción.
Las dos amigas comenzaron a hacer un boceto de cómo sería la carrera. Se reunieron con otros compañeros de clase y explicaron su idea. Todos se emocionaron, y pronto, la noticia de la carrera solidaria se propagó por el colegio.
Cada uno trajo a la mesa diferentes ideas: algunos sugerían premios para los primeros tres lugares; otros querían agregar juegos y sorpresas al final de la carrera. La emoción crecía, pero también lo hacía el trabajo.
Un par de días después, mientras Carla y Alma organizaban los detalles, se dieron cuenta de que para que la carrera fuera un éxito, necesitarían más ayuda.
"Deberíamos hablar con los profesores para que nos apoyen" - dijo Carla, con determinación."Sin su ayuda, podría ser un caos".
Al principio, los profesores estaban algo escépticos.
"Solamente lo han pensado redondear en un par de días. Tendrán que demostrar que tienen un plan concreto" - dijo la profesora Ana-.
Las amigas acordaron que debían hacer presentaciones. Pasaron horas trabajando en su proyecto, escribiendo todos los detalles sobre el recorrido de la carrera, la logística y cómo recaudarían los alimentos.
El día de la presentación llegó, con nervios en el estómago y sonrisas decididas.
"Les prometo que va a ser lo más divertido que ha pasado aquí", aseguró Alma, mirando a todos los profesores."Es una forma de ayudar y también aprender".
Después de un par de días de deliberación, los profesores finalmente aprobaron la carrera.
La noticia llenó a todos de alegría. Carla y Alma organizaron diferentes estaciones de actividades para que los corredores se divirtieran y se sintieran animados durante la carrera. Ante la llegada del gran día, todo el colegio se llenó de banderas coloridas, música y sonrisas.
El día de la carrera, el patio estaba repleto. Niños, papás y hasta algunos abuelos habían venido a apoyar. La cantidad de alimentos que lograron reunir superó todas las expectativas.
"¡Mirá todo lo que logramos!" - exclamó Carla.
"Esto es mejor de lo que soñé" - respondió Alma, saltando de alegría.
Cuando la carrera finalizó, Carla y Alma fueron las más felices.
Sin embargo, un giro del destino tuvo lugar al día siguiente. Una tormenta inesperada inundó parte del barrio donde se entregarían los alimentos. Cuando las chicas supieron lo que estaba pasando, decidieron que no podían permitir que las donaciones se perdieran.
"¿Qué hacemos?" - preguntó Alma, preocupada."¿Podemos ayudarlos?".
"Sí, debemos conseguir más voluntarios para ayudar a llevar las donaciones" - respondió Carla con firmeza.
Las amigas rápidamente llamaron a sus compañeros de clase y, juntos, se dirigieron al lugar de la tormenta con cajas y bolsas llenas de alimentos. Tras varias horas de trabajo duro y de mucha diversión, lograron ayudar a todos.
Una vez finalizada la tarea, cansados pero felices, se miraron y sonrieron.
"Esto es algo que nunca olvidaremos" - dijo Alma.
"Sí, porque no solo organizamos una carrera, ayudamos a nuestros vecinos" - contestó Carla.
Al final del día, todos regresaron al Sagrado Corazón Maracena con una valiosa lección: no importa cuán grande o pequeño seas, siempre puedes marcar la diferencia si trabajas en equipo y actúas con el corazón.
Y así, con el paso de los días, los eco de las risas, las actividades y la solidaridad resonaron por mucho tiempo en el colegio, recordando a todos que juntos son capaces de lograr un cambio significativo en la comunidad. La verdadera amistad y la solidaridad siempre traen luz a los momentos más sombríos.
La moraleja de esta historia es: "La colaboración y la bondad son el motor que puede cambiar el mundo, una acción a la vez".
FIN.