El Gran Desafío de la Alimentación Saludable



Era una mañana brillante en la escuela primaria de Villa Verde. Los alumnos del tercero A, con sus mochilas a cuestas, estaban emocionados por el anuncio de sus dos profesoras, Cristina y Laura.

- Hoy vamos a hacer algo muy especial, dijo Cristina entre risitas.

- ¡Sí! Un gran desafío de alimentación saludable, agregó Laura.

Los alumnos se miraron entre ellos con curiosidad.

- ¿Qué es eso? preguntó Pau, un niño muy curioso que siempre quería saber más.

- Tendremos que formar equipos y competir en diferentes pruebas sobre comida sana, explicó Laura.

Tooodos se emocionaron, pero Arantxa, con su mirada decidida, se adelantó.

- ¡Esto va a ser genial! Pero, ¿quiénes serán los equipos?

Cristina sonrió y explicó que se formarían equipos al azar. Pasaron unos minutos y los equipos fueron finalmente elegidos. Enzo, Clara, Guille y Eloísa quedaron juntos, mientras que el resto se distribuyó entre los otros equipos.

Los primeros desafíos consistían en adivinar frutas y verduras sólo con olerlas.

- A ver, ¿quién tiene el olfato más agudo? gritó Jorge con mucha energía.

- ¡Yo! dijo Óliver, y tapándose los ojos, olfateó enérgicamente la primera bolsa.

- ¡Es un kiwi! exclamó emocionado, mientras el resto aplaudía.

El segundo desafío era armar el plato más saludable. Las mesas se llenaron de coloridas frutas, verduras y granos.

- Miren nuestro plato, es una obra de arte, dijo Clara, que había encontrado tres colores distintos de pimientos.

- ¡Sí! ¡Que se lo lleven a casa! agregó Blanca, imaginando lo sabroso que era.

Los equipos competían entre risa y anécdotas sobre la comida saludable que habían probado o que les gustaba. Pero en medio de la competencia, a Guille le dio una idea.

- ¡Chicos! ¿y si hacemos una ensalada gigante con todo lo que tenemos?

Todos se miraron intrigados. Hacia dónde iba esa idea?

- ¡Sí! ¡Vamos a unir nuestros ingredientes! exclamó Mateo, súper entusiasmado. Así que fueron sumando.

Sin embargo, en el equipo de Enzo había una pequeña confusión. Mientras todos agregaban lechuga, Gonzalo le puso una bolsa de pretzels.

- ¿Qué hacés, Gonzalo? eso no cuenta como saludable, dijo Eugenia, mientras se reía.

Gonzalo se sonrojó.

- Pensé que podía ser un crocante, pero no la vi bien, se disculpó.

Entonces, Laura los guió:

- ¡No importa! En la cocina también se aprende de los errores, lo bueno es que pueden corregirlos con más verduras.

Entonces todos se pusieron manos a la obra. En menos de una hora, los equipos habían elaborado ensaladas espectaculares. La mesa se llenó de color.

Finalmente, llegó el tercer y último desafío.

- Vamos a hacer una presentación de nuestra ensalada, anunció Cristina.

Los equipos tenían que hacer una improvisada publicidad sobre su plato y explicar qué nutrientes aportaba.

Leon comenzó, muy serio:

- Nuestra ensalada es la más rica, porque tiene lechuga, tomate, zanahoria... y tiene... (miró a Laia como para que la ayudara)... ¡¡aroma a saludable! !

Las risas estallaron y se aplaudieron.

Luego fue el turno de Eugenia, que emocionada explicó:

- ¡En nuestra ensalada hay tantas vitaminas que se siente como una explosión de energía!

Finalmente, era el momento de que Jorge, que había estado muy callado mientras el resto hablaba, expusiera.

- El plato de Enzo es tan fresco y rico...eso hace que siempre podamos comerlo sin que nos canse.

Las profesoras sonrieron. Al final de la jornada, todos habían aprendido algo más sobre la alimentación saludable y se sentían mucho más unidos como equipo.

- Chicos, ¿cuál fue su parte favorita del desafío? preguntó Laura.

- ¡Comer lo que hicimos! respondió Sofía.

- La ensalada gigante fue lo mejor – dijo Juan con ánimo.

Enzo, con una sonrisa amplia, decía:

- ¡Ahora quiero cocinar sano todo el tiempo!

Y con eso, todos se dieron cuenta de que no sólo habían competido, sino que habían aprendido, se habían divertido, y sobre todo, se preparaban para un banquete de comidas saludables todos los días después de aquel desafío. Y así, con nuevas ideas y muchas risas, el grupo se despidió, prometiendo hacer de la alimentación saludable su nueva misión.

El sol se ocultaba en el horizonte, pero el espíritu de la cocina sana brillaba aún más que ese día. n

- Mañana, ¡merendamos ensaladas! añadió Eugenia, mientras todos gritaban en coro, ¡sí, ensaladas!

Y así, el Gran Desafío de la Alimentación Saludable fue un éxito total, dejando sonrisas en cada rostro y el compromiso de seguir aprendiendo sobre una vida más sana.

FIN.

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