El Gran Desafío de la Granja
Era un hermoso día en la granja de Don Pedro, donde vivían cinco amigos: Mónica la gallina, Nacho el cerdo, Ñoño el pato, Dulce la oveja y Pardo el perro. Aunque eran muy diferentes, todos compartían un sueño: tener su propia carrera de obstáculos para demostrar quién era el más veloz.
"¡Yo puedo ser la mejor corredora!" - dijo Mónica, moviendo sus alas emocionada.
"Sí, pero yo tengo patas fuertes y soy el más pesado, así que puedo correr rápido también" - agregó Nacho, mientras se revolcaba en el barro.
"No olviden que yo soy más ágil en el agua, ¡podría sorprenderlos!" - exclamó Ñoño, con su pico listo para zambullirse.
Dulce, la oveja, aunque a veces sentía que no era tan rápida como sus amigos, se animó a participar.
"Yo puedo saltar alto, tal vez eso me ayude" - dijo, intentando convencerse.
Y Pardo, el perro, siempre dispuesto a ayudar a sus amigos, dijo: "Deberíamos entrenar juntos, así todos mejoramos. ¡Vamos a hacer algo divertido!"
Todos acordaron que el fin de semana realizarían la primera carrera de obstáculos. Con gran entusiasmo empezaron a practicar. Pardo ayudaba a crear obstáculos con troncos, neumáticos y montones de heno. Cada uno tenía sus fortalezas. Mónica era rápida en los tramos cortos, Nacho empujaba los obstáculos hacia un lado, Ñoño deslizándose en el agua, Dulce saltando alto y Pardo corriendo alrededor apoyando a todos.
Mientras avanzaban con los entrenamientos, comenzaron a encontrar un camino lleno de desafíos. Un día, mientras entrenaban, se desató una lluvia repentina y todos corrieron a buscar refugio.
"¡Este entrenamiento es un desastre!" - se quejó Nacho, mientras saltaba en un charco.
"No es un desastre, es solo un desafío. Podríamos usar esto para aprender a correr en condiciones difíciles" - sugirió Mónica.
Todos decidieron continuar a pesar de la lluvia. Lo que al principio parecía una molestia se convirtió en una gran aventura. Saltaron charcos, se deslizaron y corrieron entre las gotas. Aprendieron a trabajar en equipo, ayudándose y apoyándose mutuamente.
"¡Miren, somos rápidos y divertidos incluso bajo la lluvia!" - exclamó Ñoño.
Finalmente, llegó el gran día de la carrera. Todos estaban un poco nerviosos. Se habían preparado mucho, pero el clima este día era soleado, lo que les pareció raro.
La pista de obstáculos estaba lista. El ambiente era festivo, y otros animales de la granja se habían reunido para ver la competencia. Pardo hizo sonar una pequeña campana, y la carrera comenzó.
Cada uno de ellos se esforzó al máximo. Mónica voló rápidamente sobre los obstáculos, Nacho empujaba lo que encontraba a su paso, Ñoño nadaba hábilmente a través del estanque lleno de barro, Dulce saltaba más alto de lo que había imaginado. Pardo, que no sólo competía, sino que también ayudaba a sus amigos en el camino.
Pero de repente, un gran peñasco ruinoso se deslizaba hacia la pista de carrera. Los animales se quedaron paralizados por el miedo. ¿Cómo podrían evitarlo?"¡Rápido, hagamos un plan!" - gritó Pardo.
"Yo intentaré moverlo con mi fuerza" - dijo Nacho, intentando empujarlo.
"Yo puedo ayudar desde el agua, ¡con los saltos!" - dijo Ñoño.
Las ideas comenzaron a fluir, dejando de lado la competencia. Unieron fuerzas, y trabajando juntos, lograron mover el peñasco y despejar el camino. El público aplaudió con emoción.
Terminado el desafío, se dieron cuenta de que ser parte de un equipo era más importante que ganar. Por eso, celebraron juntos, disfrutando la fiesta que se armó después de la carrera.
"¡Fue la mejor experiencia, no importa quién ganó!" - exclamó Mónica.
"¡Sí! ¡Lo hicimos juntos!" - acordó Dulce.
El día terminó con risas y bailes, y todos se dieron cuenta de que los mejores recuerdos eran los compartidos.
Y así, la granja de Don Pedro no sólo fue un lugar donde aprendieron sobre velocidad, sino también sobre amistad y trabajo en equipo. Desde ese día, decidieron que cada semana tendrían un desafío diferente, siempre juntos.
Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.
FIN.