El Gran Desafío de Manuelito



Había una vez un niño llamado Manuelito, que vivía en una casa llena de risas y juegos. Sin embargo, había un pequeño problemita: Manuelito era muy desordenado. Su cuarto siempre parecía un verdadero campo de batalla. Juguetes por todos lados, libros apilados, y la cama, bueno, la cama estaba casi escondida bajo una montaña de almohadas.

A Manuelito le encantaba jugar en el celular de su mamá. Pasaba horas atrapado en juegos de aventuras y videos divertidos, mientras su madre le recordaba una y otra vez que debía hacer sus tareas y ordenar su habitación. Pero él siempre respondía:

"¡Solo cinco minutos más, mamá!"

Sin embargo, esos cinco minutos nunca parecían tener fin. Su madre, doña Clara, se ponía más y más impaciente:

"Manuelito, si no ordenás tu cuarto hoy, no podrás jugar más en mi celular."

Pero a Manuelito esas advertencias no le parecían importantes. Un día, mientras estaba concentrado en un juego, su celular vibró. Era un mensaje de su mejor amigo, Tomi:

"¡Ven a jugar al parque! ¡Hoy hay partido de fútbol!"

Manuelito se emocionó. Pero había un problema... Su mamá le había dicho que solo podría ir al parque si terminaba sus responsabilidades. Así que corrió hacia su madre:

"Mamá, ¿puedo ir al parque? Mis amigos me están esperando."

"¿Hiciste tus deberes y ordenaste tu cuarto?" -preguntó doña Clara con una mirada firme.

Manuelito bajó la cabeza y respondió en voz baja:

"No... aún no."

"Entonces, primero hacé tus cosas. Después, podés ir al parque."

Manuelito se sintió triste, pero también un poco enojado. Decidió que era hora de actuar. Enseguida se encamina hacia su cuarto y se da cuenta de lo desordenado que estaba. Todo el lugar estaba revuelto, y ni un solo juguete estaba en su lugar. En ese momento, pensó en el parque y cómo sería divertido jugar con Tomi.

Entonces, Iba a ser un desafío, pero decidió hacer algo diferente. Se propuso un juego: por cada misión que completara en su ordenamiento, tendría tiempo para jugar en el celular antes de ir al parque. ¡Era un verdadero reto!

Comenzó a ordenar todos sus juguetes. "Primera misión, organizar los bloques de construcción", se dijo a sí mismo mientras jugaba a ser un superhéroe. Luego, se aventuró con los libros, apilándolos de forma ordenada en la estantería. "Segunda misión cumplida", pensó alegremente. Por último, hizo su cama como un campeón.

"¡Mamá, mirá!" -gritó Manuelito llenándose de orgullo.

Doña Clara salió de la cocina, sorprendida por el cambio en su habitación:

"¡Pero Manuelito! ¡Está todo tan ordenado! ¡Estoy muy orgullosa de vos!"

Manuelito sonrió, porque de verdad le gustaba ver su cuarto limpio. Se había dado cuenta de que el orden podía ser divertido.

"¿Puedo ir al parque ahora?" -preguntó con entusiasmo.

"Sí, claro. Pero primero, hacé tus deberes. Así mañana podés seguir disfrutando del celular sin problemas. ¿Trato?" -respondió su madre.

Manuelito estuvo de acuerdo. Completó sus tareas escolares en un tiempo récord, ¡y ni se dio cuenta de lo rápido que pasó!

Finalmente, cuando Todo estuvo hecho, corrió a su mamá:

"¡Listo! Ahora sí, ¡a jugar!"

Entonces salió corriendo hacia el parque, feliz de poder disfrutar con sus amigos. Desde ese día, Manuelito no solo aprendió a ayudar en casa, sino que también descubrió que la responsabilidad podía ser tan divertida como jugar en su celular. ¡Así, se convirtió en un experto en tareas y en juegos!

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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