El Gran Desafío de Marcos y Rebeca
Una vez en un soleado día de verano, Marcos y Rebeca se encontraban en su patio trasero. Era un día perfecto para jugar, pero al parecer, los dos no estaban de acuerdo en qué tipo de juego hacer.
"Yo quiero jugar a la pelota, Rebeca!" - dijo Marcos, mientras pasaba su mano por su cabello rizado, impaciente.
"¡No! Hoy quiero hacer un concurso de saltos, así que vamos a saltar al trampolín!" - respondió Rebeca, con sus rizos al viento.
Ambos se miraron desafiantes, con la típica chispa de rivalidad que solía encenderse entre ellos. Pero ese día, la competencia se volvió más seria de lo habitual. Así que, después de unos minutos de discusiones acaloradas, decidieron que el que ganara ese desafío podría elegir el juego para el resto de la tarde.
Con gran entusiasmo, se prepararon para el concurso de saltos. Marcos se sintió seguro de su habilidad y estaba decidido a llevarse el premio.
"Que empiece el desafío!" - exclamó, mientras se colocaba en la pista del trampolín.
"¡A ver quién salta más alto!" - añadió Rebeca, apretando los puños de emoción.
El primer salto fue el de Marcos, quien hizo una pirueta en el aire y cayó en el trampolín con un sonoro rebote.
"¡Eso fue buenísimo!" - gritó Rebeca, contagiándose de la emoción.
Luego, fue el turno de Rebeca. Ella corrió, saltó y giró en el aire, aterrizando con gracia, lo que hizo reír a Marcos.
"¡Sos una gran saltadora!" - dijo, con una sonrisa en su rostro.
El concurso continuó así por un buen rato, cada uno superando al otro hasta que, de pronto, Rebeca se detuvo, mirando al cielo.
"¡Mirá!" - gritó, señalando hacia un grupo de aves volando.
Marcos, curioso, dejó de saltar y miró hacia arriba. Era un espectáculo impresionante: los pájaros formaban figuras en el aire, como si estuvieran dibujando un cuadro en el cielo.
"¡Uau! Nunca vi algo así," - dijo Marcos, maravillado.
"Creo que deberíamos intentar hacer eso nosotros también, pero con nuestros saltos!" - propuso Rebeca llena de energía.
Marcos, entusiasmado con la idea, pensó por un momento.
"Podríamos formar una figura en el aire, como ellas. ¡Como un corazón!" - sugirió.
Los dos se prepararon, tomaron impulso y contaron hasta tres, saltando juntos al unísono. Sus cuerpos se entrelazaron en un gran salto, formando un hermoso corazón en el aire.
¡Y justo en ese momento, el tiempo pareció detenerse! Lamentablemente, como ambos estaban tan emocionados saltando juntos, la mirada de concentración fue reemplazada por risas y la figura no salió como esperaban.
Cayeron al trampolín, riendo a carcajadas.
"¡Eso fue una locura!" - dijo Rebeca, con el aliento entrecortado por las risas.
"Pero lo más importante es que lo hicimos juntos, ¿no?" - respondió Marcos, sintiendo que la rivalidad se disipaba un poco.
Al caer la tarde y después de muchas risas, los dos hermanos se sentaron en la hierba. Después de todo, habían aprendido que no sólo se trataba de competir, sino que también se podían crear momentos que fortalecen su relación.
"Sabés qué? No importa quién ganó el desafío, porque hoy me divertí mucho. ¡Deberíamos hacer más cosas juntos!" - dijo Rebeca, sonriendo con complicidad.
"¡Sí! A veces creo que nos peleamos por tonterías. ¡Vamos a planear más aventuras juntos!" - dijo Marcos, sintiendo que todo valía la pena.
Y así, no sólo aprendieron a compartir el tiempo y espacio, sino que descubrieron que el secreto de su vínculo era el amor y la diversión.
Desde ese día, Marcos y Rebeca ya no fueron solo dos hermanos en competencia. Se convirtieron en un excelente equipo, siempre listos para nuevos desafíos juntos, siempre dispuestos a dejar de lado la rivalidad para disfrutar de la alegría de jugar y crecer juntos.
FIN.