El Gran Desafío de María



María era una niña muy curiosa a la que le apasionaban las matemáticas, aunque había algo que siempre la atormentaba: su inseguridad. Cada vez que su profesora, la señorita Ana, les presentaba un problema nuevo, a su estómago le crecía un nudito extraña que le hacía dudar de sí misma.

Un día, la señorita Ana anunció: "¡Chicos! Este viernes tendremos la Gran Competencia de Matemáticas. Los ganadores recibirán un divertido viaje al Parque de las Matemáticas, donde aprenderemos mientras jugamos."

Los compañeros de María comenzaron a charlar emocionados. "¡Yo voy a ganar!" decía Tomás, mientras Clara aseguraba: "Yo ya tengo los trucos bajo la manga."

María sonrió nerviosamente, por dentro estaba entusiasmada, pero no podía evitar ese miedo que se le encogía el corazón. "¿Qué pasará si no puedo resolver nada?" pensaba.

Esa tarde, María decidió sentarse en la mesa de su casa con su cuaderno. "Voy a practicar. Puedo hacerlo", se dijo a sí misma y comenzó a resolver los ejercicios que su madre había preparado. Sin embargo, cuando llegó a un problema que no entendía, la inseguridad volvió a aparecer. "No, no puedo, mejor lo dejo para después..." pensó.

Al día siguiente, su mejor amiga, Ana, la encontró en la escuela. "María, ¿vas a participar de la competencia?" le preguntó.

"No sé, tengo miedo de no poder resolver nada" respondió María con un susurro.

Ana, muy comprensiva, le dijo: "Pero si te gusta tanto, ¿por qué no practicas conmigo? Podemos hacerlo juntas, ¡será más divertido!". María, sintiéndose un poco animada, aceptó.

Pasaron las semanas, y las amigas practican mucho. Cada vez que recorrían un problema, Ana se aseguraba de que María entendiera cada paso. "No lo olvides, si no lo entiendes, pregúntame. No hay problema en tomarse el tiempo necesario" decía Ana. María comenzó a ver que resolver problemas podía ser un desafío, pero también un juego al que se podía regresar.

Finalmente llegó el día de la Gran Competencia. Al entrar al aula, María vio a sus compañeros. Tomás y Clara parecían muy confiados, pero eso no detuvo a María. Asintió y respiró hondo, recordando todo el esfuerzo que había puesto en prepararse.

La competencia comenzó, y a medida que la profesora leía los problemas, ella fue resolviendo uno a uno. Sin embargo, durante la ronda final, se presentó un problema que la dejó en blanco. "¿Qué hago? No puedo dejar que el miedo me venza ahora..." pensó.

Sin embargo, se acordó de las palabras de Ana y, dando un paso atrás, se dijo: "Está bien, solo debo volver a las bases, recordar cómo lo hice antes". Entonces, María empezó a descomponer el problema en partes más pequeñas, y poco a poco, su confianza regresó.

Pasaron los minutos y al final, la señora Ana anunció los resultados. "La ganadora de la Gran Competencia de Matemáticas es... ¡María!".

María no podía creerlo. El miedo que antes la había atormentado ya no existía. "¿De verdad? ¿Gané?" gritó llena de alegría. Ana corrió a abrazarla, "¡Lo lograste! ¡Sabía que podías hacerlo!"

María sintió que, gracias a su esfuerzo, como a los apoyos de su amiga, había descubierto que era capaz, más allá del miedo. El viaje al Parque de las Matemáticas fue un momento divertido lleno de risas y juegos matemáticos. Además, incluyó una aventura especial en un laberinto donde tuvieron que resolver acertijos matemáticos para encontrar la salida.

Al regresar a casa, María miró su diploma con una sonrisa. Supo que, aunque el miedo siempre podría estar ahí, también podría enfrentarlo y, sobre todo, que no estaba sola en este camino. El amor por las matemáticas y sus amigas siempre la acompañarían. Así, María estaba lista para cualquier desafío que se le presentara de ahora en más, porque en cada problema había una oportunidad para aprender y crecer.

FIN.

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