El Gran Desafío de Nubes y Estrellitas



En el colorido pueblo de Brillo, donde todo era alegría y risas, vivían dos amigos inseparables: Nubes, una nube suave y esponjosa, y Estrellitas, un estrellita curiosa y brillante. Ambos eran conocidos en todo el pueblo por su amor al juego y su pasión por aprender. Un día, mientras jugaban cerca del arroyo, Estrellitas tuvo una idea.

"Nubes, ¿quieres tener una carrera de cálculo mental? El primero que logre resolver diez sumas y diez restas hasta el 20, ¡ganará una deliciosa torta de caramelos!" - propuso Estrellitas, parpadeando emocionada.

"¡Es un trato! Pero debemos hacerlo interesante. Si fallamos, ¡tendremos que hacer trucos para el resto del día!" - respondió Nubes, deslizándose en el aire con entusiasmo.

Ambos se pusieron en marcha y comenzaron con las sumas. Estrellitas, llena de energía, dijo:

"¡Empecemos! Primero, uno más uno, ¿cuánto es?"

"¡Dos!" - gritó Nubes.

"Bien! Y dos más tres, ¿cuánto será?"

"Cinco!" - exclamó Nubes, que empezaba a sentirse más segura.

Siguieron sumando, hasta que llegaron a una suma más complicada. Era:

"Seis más ocho..."

Nubes se paró en seco, miró hacia atrás y pensó.

"Hmm, si sumo seis con cuatro, me da diez, y luego tengo que agregar otros... ¡diez y cinco! ¡Pero eso es dieciséis!" - dijo Nubes, y se sintió muy feliz.

Pasaron un buen rato resolviendo sumas cada vez más complejas, hasta que finalmente alcanzaron la décima.

"¡Lo hicimos! Ahora es hora de las restas" - dijo Estrellitas, aún emocionada.

Estrellitas propuso empezar con una sencilla:

"Diez menos cuatro, ¿cuánto es?"

"Seis!" - gritó Nubes, casi saltando de alegría.

Sin embargo, luego vino un giro inesperado.

"Opa, Nubes. ¿Qué tal si complicamos un poco esto? ¡Podemos jugar usando números saltarines!" - sugirió Estrellitas con una gran sonrisa.

"¿Números saltarines?" - preguntó Nubes intrigada.

"Sí, esto funcionará. Por ejemplo, si resuelves cuatro más cinco, y de ahí restas tres de un salto, ¡te permite hacer varios cálculos en uno solo!" - explicó Estrellitas.

"¡Eso suena divertido y diferente!" - respondió Nubes. Así empezaron a usar los números saltarines, que hacían que cada cálculo fuera un pequeño desafío para resolver algunos más rápido por el camino.

Con cada salto, Nubes y Estrellitas fueron sumando puntos. Pero la competencia se tornó dura. En un momento, Nubes se sintió abrumada.

"Estrellitas, creo que no puedo más. Este juego es difícil y me está costando mucho sumar y restar. ¿Qué pasa si no llego a los diez?" - dijo Nubes, algo desalentada.

"Nubes, no te preocupes. Lo importante es intentarlo y aprender en el camino. Recuerda: la práctica hace al maestro. ¡Sigamos!" - le animó Estrellitas.

Con renovado ánimo, Nubes decidió concentrarse y seguir adelante. Juntas, llegaron a la última resta del desafío.

"¡Listo! Ocho menos siete, es..." - comenzó Nubes, pensando en lo que había aprendido.

"¡Uno!" - gritaron ambas al unísono.

Y así fue que completaron su juego. Ambas amigas, felices y orgullosas de lo logrado, corrieron hacia la esquina del arroyo, donde el anciano Roble siempre tenía una sobreviva torta de caramelos cuando las cosas iba bien.

"¡Lo hicimos, ganamos la torta!" - exclamó Estrellitas.

"Sí, y todo gracias a que no nos rendimos y seguimos intentando." - dijo Nubes.

Y así, compartieron risas y caramelos, mientras el sol se ponía en el horizonte del pueblo Brillo, sabiendo que juntos podían realizar cualquier desafío que se propusieran. Desde ese día, Nubes y Estrellitas no solo se volvieron expertas calculadoras, sino también embajadoras del poder de la amistad y la perseverancia, inspirando a todos sus amigos del pueblo a disfrutar de aprender.

- “¡Hasta el próximo desafío! ” - gritó Nubes mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, llenando el aire con magia y alegría.

FIN.

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