El Gran Desafío del Laboratorio de Computación



Era un hermoso día soleado en el colegio San Pedro de Barquisimeto. Maria, Juan y Margarita se encontraban muy emocionados porque ese día tendrían su clase de computación. Sabían que en el laboratorio había nuevas computadoras y que su profesor, el ingeniero López, les había preparado una sorpresa.

- Hoy es un día especial - dijo el ingeniero López con una sonrisa en su rostro. - Vamos a hacer un concurso de programación. Tendrán que trabajar en equipos y crear un juego. Pero primero, debemos repasar las normas del laboratorio.

- ¡Qué divertido! - exclamó Margarita.

- Sí, pero también es importante seguir las normas - agregó Juan, que siempre había sido muy responsable.

Mientras el ingeniero López explicaba las normas, Maria no dejaba de mirar por la ventana. Los rayos del sol iluminaban el laboratorio y ella soñaba con lo que podrían crear.

- Recuerden, no se debe correr dentro del laboratorio, hay que cuidar las computadoras y respetar el turno de cada uno - explicó el ingeniero.

- ¡Sí! - dijeron todos al unísono.

Pero María, motivada por la idea de crear un juego, comenzó a imaginar un mundo lleno de aventuras. Finalmente, el ingeniero López les dio la señal de inicio.

- Tienen una hora para programar su juego. ¡Buena suerte! - dijo mientras se alejaba para ayudar a otros grupos.

Maria, Juan y Margarita decidieron formar un equipo y comenzar a trabajar. Pero pronto se dieron cuenta de que tenían ideas diferentes.

- Yo quiero hacer un juego de aventuras en el bosque - dijo Maria entusiasmada.

- No, yo quiero uno de carreras - respondió Juan.

- ¿Y si hacemos uno de los dos? - sugirió Margarita. - Podría ser una carrera de aventuras.

- ¡Esa es una gran idea! - dijo Maria, emocionada.

Los tres comenzaron a programar. Sin embargo, al poco tiempo, Juan se frustró porque no lograba que su código funcionara como quería.

- ¡No puedo más! - gritó, golpeando la mesa.

- Juan, ¡no te rindas! - lo animó Margarita. - Todos cometemos errores. Podemos arreglarlo juntos.

Maria se acercó y le dijo:

- Recordá que la programación es como la vida, a veces hay obstáculos, pero siempre hay formas de solucionarlos. Solo tenés que pensar un poco más.

Juan, sintiendo el apoyo de sus amigos, decidió intentar nuevamente. Juntos revisaron su código y al final encontraron el problema. ¡El juego estaba tomando forma!

Mientras tanto, el ingeniero López circulaba por el laboratorio, observando el progreso de los distintos equipos.

- Recuerden, el trabajo en equipo es fundamental. ¡Ayúdense entre ustedes! - les dijo a todos.

El tiempo pasó volando, y cuando el ingeniero anunció que quedaba un minuto, la ansiedad invadió el laboratorio.

- ¡Terminamos! - exclamaron los tres al unísono.

El ingeniero López se acercó a su equipo y les dijo:

- Ahora, cada grupo deberá presentar su juego. Estoy ansioso por ver lo que han creado.

Cada equipo mostró su proyecto, pero el de Maria, Juan y Margarita se destacó por su originalidad y el trabajo en conjunto.

- ¡Cuidado con las trampas del bosque! - gritó Juan durante su presentación, mientras Maria mostraba las imágenes en la pantalla.

Cuando terminó su turno, el ingeniero aplaudió.

- ¡Felicitaciones! Han trabajado muy bien juntos, la creatividad y la colaboración son las claves del éxito. ¡Sigan así! - dijo.

Luego de escuchar los aplausos, Maria, Juan y Margarita se miraron, contentos.

- Gracias por ayudarme - le dijo Juan a sus amigas. - No podría haberlo hecho sin ustedes.

- Así es, juntos somos invencibles - respondió Margarita.

Al final del día, aprendieron que seguir las normas no solo era importante para cuidar el laboratorio, sino también para trabajar en equipo y ayudarse mutuamente. Esa experiencia los unió más que nunca, y desde ese día, prometieron siempre respetar las normas y apoyarse cuando uno de ellos enfrentara un desafío.

- ¡Hasta la próxima aventura, amigos! - exclamó Maria, mientras todos salían del laboratorio con una sonrisa.

El sol seguía brillando en el cielo, y el espíritu de colaboración y amistad iluminaba aún más a esos tres valientes programadores.

FIN.

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