El gran descubrimiento del bosque encantado



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, vivían dos amigos inseparables: Sofía y Lucas. Sofía era una niña curiosa, siempre con una libreta en mano para dibujar lo que encontraba en sus aventuras. Lucas, por su parte, era un niño ingenioso, le encantaba inventar cosas con todo lo que encontraba a su alrededor.

Un día, decidieron explorar el bosque que estaba al borde del pueblo. Armed with a backpack full of snacks and plenty of enthusiasm, they embarked on their adventure. Mientras caminaban, se encontraron con un pequeño zorro llamado Rayo, que parecía estar perdido.

- “¿Te gustaría venir con nosotros, Rayo? ” - le preguntó Sofía.

- “¡Sí, por favor! Estoy buscando mi cueva, pero no puedo encontrarla.” - respondió el zorro con una voz suave.

Juntos, decidieron ayudar a Rayo. Mientras seguían caminando, escucharon un ruido detrás de unos arbustos. Sofía, intrigada, se acercó y descubrió a un pequeño búho de grandes ojos llamado Nube.

- “Hola, ¿qué estás haciendo aquí? ” - preguntó Lucas con interés.

- “¡Hola! Estoy intentando encontrar a mi madre, pero no sé por dónde ir.” - contestó el búho.

- “Nosotros también ayudamos a Rayo a encontrar su cueva. ¿Te gustaría unirte a nuestra búsqueda? ” - ofreció Sofía.

- “¡Sí, sería genial! ” - respondió Nube, emocionado.

Así, los cuatro amigos continuaron su viaje. Mientras exploraban, se enfrentaron a varios retos. Primero, encontraron un río muy caudaloso que debían cruzar.

- “¿Cómo hacemos para pasar? ” - preguntó Lucas, rascándose la cabeza.

- “Podemos hacer una balsa con ramas y hojas” - sugirió Rayo, recordando su experiencia en el bosque.

- “¡Buena idea! ” - exclamó Sofía. La colaboración de todos permitió que rápidamente construyeran una balsa y cruzaran el río.

Luego, llegaron a un lugar cubierto de espinas.

- “No puedo volar sobre esto, ¡ayuda! ” - gritó Nube, asustado.

- “No te preocupes, puedo usar mi libreta para dibujar un mapa por aquí y encontrar un camino seguro.” - dijo Sofía, y comenzó a dibujar.

Después de un rato de buscar, encontraron un camino que los llevó alrededor de las espinas. Finalmente, llegaron a una cueva iluminada por los rayos del sol que se filtraban a través de las piedras.

- “¡Es mi cueva! ” - gritó Rayo, saltando de alegría.

- “¡Lo logramos! ” - celebró Lucas.

- “¡Gracias por ayudarme! ” - dijo Rayo, moviendo su cola felizmente.

Pero al entrar a la cueva, vieron que Nube no podía pasar.

- “No entiendo, la entrada es muy pequeña, no podré entrar.” - dijo triste el búho.

- “No te preocupes, Nube, yo te ayudaré a encontrar a tu madre,” - prometió Sofía.

- “Podemos hacer un plan. Tal vez ella esté en el bosque más allá,” - sugirió Lucas.

Así que decidieron dividirse. Rayo fue a buscar a su mamá dentro de la cueva mientras que Sofía y Lucas acompañaron a Nube a volar en busca de su madre. Después de un largo rato buscando, finalmente avistaron a una gran figura con plumas hermosas.

- “¡Es ella! ” - gritó Nube con alegría, y voló hacia su madre.

Agradecida por la ayuda, la mamá búho se acercó a Sofía y Lucas.

- “Gracias por cuidar de mi niño. Hicieron un gran trabajo al ayudarlo a encontrarse. Ustedes son unos verdaderos amigos.”

- “¡Nosotros también queremos ser amigos de Rayo! ” - dijo Sofía emocionada.

- “Y Nube también,” - agregó Lucas sonriendo.

La mamá búho, acompañada de Nube, decidió guiarlos de regreso al pueblo. Durante el camino de vuelta, todos comenzaron a contar historias de sus aventuras en el bosque. Cuando llegaron a la orilla del pueblo, Sofía y Lucas agradecieron a sus amigos animales por la increíble jornada.

- “Espero que podamos volver a aventurarnos otra vez,” - dijo Sofía.

- “Yo también,” - asintió Lucas.

Desde aquel día, los cuatro amigos se hicieron promises de reunirse una vez por semana para explorar distintos lugares del bosque, haciendo de sus aventuras una historia inolvidable donde cada uno aprendió la importancia de la amistad, la colaboración y de escuchar ideas creativas.

Así, el bosque encantado se llenó de risas y nuevas historias, mientras ellos enseñaban a otros niños del pueblo el valor del trabajo en equipo y la magia que se encuentra en la naturaleza.

FIN.

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