El Gran Deseo de Navidad



Era una soleada mañana de diciembre, Candela y Lucas, dos amiguitos del barrio, estaban emocionados porque se acercaba la Navidad. Hacía días que soñaban con cómo sería ese día mágico. Candela, con su cabellera rizada, siempre traía ideas locas, mientras que Lucas, más tranquilo, suele seguirle la corriente.

"¿Sabés qué podríamos hacer en Navidad?" - propuso Candela con una gran sonrisa.

"No sé, ¿qué tenés en mente?" - respondió Lucas, intrigado.

Candela se puso a pensar y rápidamente tuvo una idea brillante.

"¡Vamos a hacer una carta al Viejo Pa... digo, al Papá Noel! Pero no para pedir cosas, sino para contarlo todo lo bueno que hemos hecho este año. ¡Mejor que los juguetes!"

"¡Sí! ¡Eso va a ser genial!" - exclamó Lucas, entusiasmado.

Así que los dos amigos se pusieron a escribir su carta. Enumeraron todas las cosas buenas que habían hecho: ayudar a sus vecinos a llevar las compras, cuidar a los perritos del barrio y, sobre todo, ser buenos amigos entre ellos. Una vez listos, decidieron llevarla a la plaza. Allí, tenían pensado colgarla en un gran árbol navideño.

Mientras caminaban hacia la plaza, escucharon a un grupo de niños discutir. Al acercarse, vieron que unos chicos estaban peleando por un balón de fútbol.

"Chicos, no es necesario pelear. Hay mucha diversión para compartir con todos" - intervino Candela, intentando calmar el ambiente.

"¡Sí! Podríamos jugar todos juntos, ¡y así nadie se queda sin pelota!" - agregó Lucas.

Los niños miraron a Candela y Lucas con sorpresa. La propuesta les pareció genial, así que terminaron jugando todos juntos. La risa llenó el aire y los conflictos desaparecieron con el juego. Al finalizar, las dos familias de Candela y Lucas los observaron orgullosos desde la distancia.

Decididos a continuar con su idea navideña, llegaron a la plaza y se dieron cuenta de que el árbol no estaba decorado. Candela tuvo otra idea.

"¡Vamos a decorar el árbol con lo que tengamos!" - sugirió. "Podemos hacer adornos con cosas recicladas y organizar un concurso de decoración entre los vecinos."

"¡Esa es una gran idea, Candela!" - exclamó Lucas.

Al día siguiente, se organizaron. Reunieron botellas plásticas, cartones y otros materiales del barrio. Se hicieron adornos de todo tipo: estrellas, ángeles y bolas de colores. Luego, le contaron a todos los vecinos su plan. Redes sociales al rescate, publicaron su propuesta en el grupo del barrio y todos empezaron a unirse a la diversión. Días más tarde, se celebró un gran concurso en la plaza, donde todos participaban entretenidos, y el árbol fue el centro de atención.

El gran día de Navidad llegó. Las familias se reunieron en la plaza para celebrar. Candela y Lucas estaban felices al ver su árbol brillante y colorido, pero sobre todo, porque habían logrado que todo el barrio se uniera en ese bello momento. En ese instante, un hombre mayor se acercó a ellos, llevando en su bolsa una galleta decorada en forma de estrella.

"Gracias por unirnos a todos, chicos. Estas fiestas son para compartir y ustedes lo han hecho posible" - les dijo con una sonrisa.

Candela miró a Lucas, muy emocionada.

"¿Ves? No hizo falta pedir juguetes, nuestra carta fue un gran éxito" - aseguraba mientras abrazaba a su amigo.

"Sí, y lo mejor de todo es que en Navidad es hermoso compartir. Y lo que hicimos podría ser parte de nuestra lista el próximo año también" - concluyó Lucas.

La fiesta continuó llena de risas y buena compañía. Candela y Lucas comprendieron que la verdadera magia de la Navidad no estaba en recibir, sino en dar felicidad a los demás. Y así, cada Navidad decidieron seguir compartiendo con su comunidad, contagiando alegría y buen comportamiento a todos los que conocían, porque ellos sabían que, al final del día, lo que realmente importa es lo felices que podemos hacer a los demás.

FIN.

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