El Gran Desfile de Disfraces en el Cielo



Había una vez, en una pequeña ciudad argentina, un grupo de amiguitos que soñaban con participar en el Gran Desfile de Disfraces que se celebraba una vez al año. Este evento era conocido por sus coloridos trajes, música alegre y, sobre todo, por su sorprendente desfile que parecía cruzar el cielo mismo.

Un día soleado, los amigos: Sofía, Lucas y Tomás, se reunieron en el parque. Sofía, que tenía una gran bolsa llena de telas y botones de colores, dijo emocionada:

"¡Chicos! ¡Este año tenemos que hacer los disfraces más increíbles que jamás se hayan visto!"

Lucas, el más veloz del grupo, se puso a pensar en su disfraz. Tenía una idea brillante...

"¿Qué tal un disfraz que represente a nuestros sueños? ¡Podríamos hacer un gran cielo lleno de estrellas!"

Tomás, que amaba las aventuras, sugirió:

"Podemos usar los zapatos cereza de mi hermana. Son muy especiales y brillantes. ¡Serán la fruta del cielo! ¡Cada vez que los usemos, volarán!"

"¡Eso sí sería increíble!" respondió Sofía mientras miraba los zapatos de Tomás.

Los tres amigos se pusieron manos a la obra. Sofía se encargó de coser las nubes y las estrellas de su disfraz de cielo. Lucas, mientras corría por aquí y por allá, armó los zapatos que iban a subir el nivel de la velocidad. Tomás, divertido, se unió a su amigo en correr por el parque mientras probaban los zapatos:

"¡Mirá cómo vuelan! Cada zancada se siente como si estuviéramos en el aire."

Pasaron días, y finalmente llegó el gran momento. La ciudad se llenó de color. Pero cuando los amigos salieron de sus casas, se dieron cuenta de algo terrible: habían olvidado incluir un detalle importante en sus disfraces. Sofía, alarmada, exclamó:

"¡No tenemos una manera de cruzar el cielo! ¡Nuestros nostalgiosos zapatos cucú no funcionan!"

Los evidentes signos de desánimo cubrieron sus rostros. Pero Lucas, que siempre tuvo una chispa de creatividad, dijo:

"¿Y qué si usamos nuestra imaginación? El cielo no solo es azul y tiene estrellas; también tiene otros colores y momentos. ¡Podemos simplemente hacerlo!"

Sofía y Tomás lo miraron, sorprendidos. Justo en ese momento, una suave brisa sopló entre ellos y, como por arte de magia, el disfraz comenzó a brillar. Sofía sonrió:

"¡Mirá! ¡Nuestro disfraz no es solo un conjunto de telas, sino nuestro trabajo en equipo!"

Los amigos se tomaron de la mano y comenzaron a tocar el suelo con cada paso, como si danzaran juntos. Un momento después, el público aplaudió mientras seguían llenos de energía, cruzando en la gran pasarela del desfile.

Mientras pasaban frente a las gradas, el jurado los miraba con admiración. Unos niños que seguían su desfile gritaron:

"¡Miren esos zapatos cereza! ¡Y miren cómo brillan! ¡Son mágicos!"

Cuando el desfile terminó, Sofía, Lucas y Tomás se sintieron orgullosos por su actuación. Aunque no habían usado los zapatos, había sido su creatividad, esfuerzo y amistad lo que realmente los hizo brillar.

"¡Así es como cruzamos el cielo!" exclamó Sofía.

A partir de aquel día, los amigos aprendieron que lo importante no era solo el disfraz, sino cómo trabajaban juntos y cuánto se divertían en el camino. Y cada vez que miraban al cielo, recordaban que los sueños estaban allí, esperando ser alcanzados.

Fin.

FIN.

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