El Gran Desorden del Edificio Animal
En un rincón alegre de la ciudad, se encontraba un edificio muy especial que tenía 10 pisos, y en cada uno de ellos vivía un animal diferente. El primer piso era el hogar del simpático pato Pato, en el segundo vivía el sabio gato Gato, el tercero estaba ocupado por la divertida ardilla Ardi, y así seguía hasta el décimo, donde residía el majestuoso búho Búho. Todos los días, estos animales compartían risas y aventuras, pero un día algo inesperado ocurrió.
Era una mañana soleada cuando los niños del barrio, Tomi, Luli y Santi, decidieron visitar a sus amigos animals. Al llegar, notaron que el edificio estaba lleno de un caos total.
"¿Qué pasó aquí?" - preguntó Tomi, asombrado al ver a los animales revoloteando de un lado a otro.
"¡Fue un gran viento que voló las ventanas y desordenó todo!" - respondió Pato, mientras nadaba en una botella de agua que se encontraba en el piso de Gato.
"Todos nuestros lugares se mezclaron y ahora no sabemos cómo volver a casa" - explicó Gato, que estaba intentando atrapar una pequeña bola de hilito que se había escapado.
"¡Vamos, chicos! Debemos ayudar a nuestros amigos a regresar a sus pisos!" - exclamó Luli, emocionada.
Y así, los tres niños decidieron ayudar a los animales. Cada uno tenía una personalidad única, y eso hacía que la tarea fuera divertida y un poco complicada.
Primero, se dieron cuenta de que Ardi había terminado en el quinto piso. Para lograr llegar allí, tuvieron que atravesar un laberinto de cajas y juguetes.
"No me gustan los laberintos, ¡me mareo!" - decía Ardi mientras saltaba de un lado a otro.
Pero Luli, con su ingenio, diseñó un camino usando las cajas para que Ardi pudiera saltar de una a otra.
"¡Sí! ¡Soy la reina del salto!" - gritó Ardi, mientras finalmente llegaba a su piso en el tercer intento.
Luego, se dieron cuenta de que la tortuga Tuga había bajado al primer piso, donde estaba el enérgico Pato.
"¡Yo quiero ir al paisaje, no puedo ir tan rápido!" - protestó Tuga, que arrastraba su pancita por el suelo.
"Yo te puedo llevar" - ofreció Santi, empaquetando a Tuga con mucho cuidado.
Juntos, pegaron un salto y aterrizaron con un suave aterrizaje en el primer piso, justo a tiempo para que Pato pudiera también regresar a su lugar.
"¡Gracias, Santi! ¡Eres el mejor!" - dijo Tuga, mientras sonreía con alegría.
Los minutos pasaron, los animales regresaron a sus pisos, y el turno de Búho llegó. Estaba tan confundido que se había encaramado en la azotea.
"¡Yo no quería ser un vigilante! ¡Solo quiero leer!" - protestó, agitando sus alas.
Los niños idearon un plan. Tomi se subió a la escalera de incendios, mientras Luli y Santi lo sostenían desde abajo. Unidos, lograron acercar a Búho a su hogar.
"¡Siempre me olvido de que tengo que aterrizar suavemente! Gracias, amigos, ¡ustedes son unos héroes!" - dijo Búho, mientras se acomodaba en su perchero.
Al final del día, todos los animales estaban nuevamente en sus respectivos pisos. El caos se había transformado en una divertida tarde de trabajo en equipo.
"¡Lo hicimos!" - gritaron los niños al unísono, llenos de orgullo.
Desde ese día, el edificio animal nunca olvidó lo importante de ayudar a los demás, porque con cada piso regresado a su lugar, cada uno de los animales celebró su hogar, compartiendo una merienda juntos como nunca.
"Gracias por ser mis amigos y por ayudarme a volver a mi casa" - dijo Pato, abrazando a los niños.
Y allí, entre risas y buenos momentos, la amistad se volvía más fuerte.
Y así, los niños aprendieron que la verdadera amistad también significa ayudar a los demás, y que, aunque a veces las cosas se desordenen, siempre hay una manera de volver a empezar.
FIN.