El Gran Día de Compartir



Era un día soleado en la Escuela Primaria Arcoíris. Todos los niños estaban emocionados porque se había anunciado el ‘Gran Día de Compartir’. En este día, cada uno tenía que traer su juguete favorito para jugar con sus compañeros.

Sofía llegó corriendo con su muñeca de trapo, que ella mismo había vestido con un hermoso traje de colores.

"¡Mirá lo que traje! Es mi muñeca Lila. La amo mucho porque siempre me escucha cuando le cuento mis secretos", dijo Sofía con una gran sonrisa.

"Yo traje mi cochecito de carreras. ¡Es rapidísimo!", exclamó Lucas, mientras sostenía su juguete de forma orgullosa.

Todos los niños estaban emocionados, pero en el fondo, Lucas tenía un pequeño problema. Su cochecito era tan especial que no estaba seguro si quería compartirlo.

Cuando ya todos estaban en el patio listos para jugar, la maestra Ana se acercó y dijo:

"Recuerden que lo más importante hoy es compartir con los demás. ¡Así todos podremos disfrutar juntos!"

Los niños se miraron y, aunque estaban entusiasmados, Lucas aún dudaba. Sofía, viendo esa duda, se acercó a él.

"Si jugamos juntos, tal vez puedas enseñarme a hacer carreras con tu cochecito", sugirió Sofía.

Lucas se sintió un poco mejor, pero no mucho. Así que decidió separar su cochecito del resto de los juguetes que había llevado. Al ver eso, sus amigos comenzaron a entusiasmarlos con sus propias decisiones, sacando todos sus juguetes y creando un gran montón en el centro del patio.

"¡Miren! ¡Juntos podemos construir una ciudad de juguetes!", gritó Juan mientras sacaba varios bloques de colores.

Los niños empezaron a apilar los bloques y crear edificios mientras Sofía jugaba con su muñeca. Pero Lucas seguía guardando su cochecito, pensando que si no lo compartía, nadie podría jugar con él.

De repente, se escuchó un grito:

"¡Cuidado con mi castillo!", dijo Ana, una de las compañeras que estaba construyendo un castillo de bloques. Lucas, sin querer, había empujado un bloque mientras se movía para intentar jugar con la muñeca de Sofía.

"¡Lo siento! No quise hacer eso!", se disculpó Lucas, sintiendo que todos lo miraban.

"Está bien, Lucas. Lo importante es que aprendamos a jugar juntos", la reconfortó Sofía.

Entonces, algo hizo clic en la mente de Lucas. Se acercó al montón de juguetes y, con un profundo aliento, dijo:

"Creo que puedo dejar que otros jueguen con mi cochecito también. Si no lo comparto, nunca sabré qué es lo que pueden hacer los demás con él. ¡Hola! ¿Quién quiere jugar con mi cochecito?"

Todos los niños miraron a Lucas con sorpresa y alegría.

"¡Yo quiero!", gritó Juan, acercándose rápidamente.

Cuando Lucas vio cuán felices eran sus amigos, sonrió y se unió a ellos. Empezaron a jugar carreras entre los bloques de colores y a hacer todo tipo de aventuras, con Lila, el cochecito y los bloques.

"¡El coche siempre tiene que ir más rápido!", exclamaban todos entre risas.

Así pasaron la tarde, creando juegos, amistades y una ciudad de juguetes impresionante. Al final del día, ya cansados, todos se sentaron en el suelo y la maestra Ana les preguntó:

"¿Qué aprendieron hoy sobre compartir?"

"Que es mejor jugar juntos que jugar solo", dijo Sofía con una gran sonrisa.

"Sí, y que compartir hace que nuestros juegos sean más divertidos y creativos", agregó Lucas, sintiéndose muy feliz.

Todos asintieron con la cabeza y, mientras el sol se ocultaba, los niños se despidieron, mirando con satisfacción todo lo que habían logrado al compartir sus juguetes. Fue un día inolvidable en la Escuela Primaria Arcoíris, donde el espíritu de amistad y compartir brilló más que nunca.

FIN.

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