El Gran Día de Cuentos y Fantasmas
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Inflamundo, donde los habitantes vivían felices y en armonía. Sin embargo, había un viejo castillo en una colina que siempre había sido objeto de rumores; decían que estaba embrujado por fantasmas que solo aparecían en el día de las bodas.
Un día, Marta y Lucas, dos amigos inseparables, decidieron que era el momento perfecto para organizar una gran boda en el castillo, ya que Marta estaba comprometida con su gran amor, Tomás. Pero había un pequeño problema: la gente del pueblo estaba aterrorizada por lo que podría suceder.
"¿Estás segura de que quieres hacerlo aquí, Marta?" - le preguntó Lucas, un poco nervioso.
"¡Sí, será una experiencia increíble! Además, los fantasmas podrían solo querer bailar con nosotros" - respondió Marta con una gran sonrisa.
El gran día llegó y, a medida que los invitados empezaban a llegar al castillo, todos estaban emocionados pero con un ligero temor. La ceremonia comenzó bajo un cielo despejado y una suave brisa. Sin embargo, justo cuando Marta y Tomás estaban a punto de decir sus votos, un estruendo resonó en el aire.
"¿Qué fue eso?" - preguntó una anciana del pueblo, temblando de miedo.
"Son solo los fantasmas, ¡no se preocupen!" - dijo Lucas, tratando de calmar a los asustados invitados. Pero no era solo un ruido: de repente, en medio de la sala, aparecieron tres fantasmas sorpresas con una sonrisa y llenos de energía.
"¡Hola! ¡Nos llamamos Rocco, Valentina y Simón! ¡Nos alegra ver que hay una boda aquí!" - gritaron los fantasmas.
Los invitados quedaron boquiabiertos. La atmósfera cambió de terrorífico a divertido en un abrir y cerrar de ojos.
"¡Vengan a bailar!" - exclamó Rocco.
Los fantasmas empezaron a hacer movimientos de baile que dejaron a todos sin palabras y, poco a poco, la pista de baile se llenó de risas y música.
"Esto es increíble, nunca pensé que temería a los fantasmas y en realidad harían la fiesta más divertida" - le dijo Marta a Lucas mientras se unían a la danza.
Sin embargo, cuando el baile ya estaba en su auge, Valentina se detuvo y miró a la multitud.
"¡Esperen! Aún hay algo muy importantísimo que debemos contarles!" - dijo, levantando una mano con seriedad. Todos se quedaron en silencio.
"Nosotros solíamos estar atrapados en este lugar porque nadie nos quería, pero al ver que ustedes celebran y se divierten juntos, nos dimos cuenta de que hay una forma de liberarnos ".
Los invitados miraron a los fantasmas con ojos sorprendidos.
"Eso es cierto. A veces, el miedo nos impide ver que los que parecen ser diferentes pueden ser amistosos y sólo buscan ser aceptados" - añadió Simón.
Marta, que siempre había creído en la importancia de la inclusión, se acercó a los fantasmas con determinación.
"¡Entonces, celebremos juntos! Ustedes también pueden bailar y disfrutar de esta boda mientras nos cuenten sus historias" - propuso.
Los fantasmas se sonrieron y asintieron felizmente.
"¡Eso suena genial!" - dijeron al unísono.
Y así, continuaron la celebración. Desde esa noche, el pueblo de Inflamundo cambió.
"Ahora sabemos que los fantasmas no son cosas de terror, son sólo amigos de otro tiempo que también quieren ser parte de nuestras historias" - comentó Lucas al final de la fiesta.
El miedo que una vez había reinado se transformó en amistad. Marta y Tomás celebraron su matrimonio con la compañía de amigos de todas las épocas, incluso algunos que nunca habrían imaginado. Desde ese día, todas las bodas en el pueblo eran celebradas en el castillo, donde los fantasmas bailaban y contaban historias sobre el pasado.
Y así, se recordó que la verdadera alegría se encuentra en la aceptación y en el amor entre todos, sin importar cuán diferentes puedan ser.
Desde entonces, cada sábado se organizaban encuentros en el castillo, creando un lazo único entre los fantasmas y los habitantes de Inflamundo, donde la risa nunca faltó. Y, por supuesto, siempre había una gran banda de baile y un montón de historias por contar.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.