El Gran Día de Enzo



Había una vez un niño llamado Enzo que asistía a jardín de infantes en una escuela colorida y alegre. Enzo era un niño curioso y aventurero, siempre soñando con grandes cosas. Un día, su maestra, la señorita Clara, anunció que habría un concurso de talentos en la escuela.

"¡Chicos, el próximo viernes tendremos un concurso de talentos! Pueden mostrar sus habilidades, ya sea cantando, bailando, contando chistes o cualquier otra cosa que les guste hacer", dijo la señorita Clara mientras escribía en la pizarra.

Enzo miró a sus compañeros entusiasmados y pensó que quería participar. Era un gran amante de los cuentos y se le ocurrió contar una historia sobre un dragón amigo. Sin embargo, a medida que se acercaba el día del concurso, Enzo comenzó a dudar.

"No sé si debería hacerlo...", murmuró Enzo mientras jugaba con sus bloques.

"¿Por qué no?" preguntó su amiga Luz, que estaba armando una torre de bloques a su lado.

"Porque...porque tengo miedo de equivocarme y no quiero que se rían de mí", respondió Enzo con un susurro.

Luz lo miró con ternura y le dijo:

"A todos nos da un poco de miedo, pero lo más importante es que tú disfrutes contándolo. Además, ¡yo estaré en la primera fila aplaudiendo!"

Las palabras de Luz hicieron que Enzo sonriera. Conanimado, decidió que ensayaría su historia. En casa, practicó frente a su familia, que lo apoyó y lo aplaudió.

El día del concurso llegó y la emoción en la escuela era palpable. Los demás compañeros mostraron talentos impresionantes: algunos bailaron, otros cantaron, y otros contaron chistes muy graciosos. Cuando llegó el turno de Enzo, sintió que su corazón latía fuerte en su pecho.

"¡Vamos, Enzo!" gritó Luz desde la primera fila, animándolo.

Con un profundo suspiro, Enzo subió al escenario. Miró a su alrededor y vio las sonrisas de sus compañeros y a su maestra, la señorita Clara, dándole aliento.

"Hola, hoy les voy a contar una historia sobre un dragón que no quería asustar a nadie..." comenzó Enzo, y poco a poco se fue sintiendo más seguro.

Su voz se hacía más firme mientras narraba cómo el dragón, llamado Flamer, se convirtió en el mejor amigo de todos los habitantes del reino. El público estaba cautivado.

Entonces, cuando llegó a la parte en que Flamer salvaba la aldea de un fuerte viento, Enzo se emocionó tanto que hizo un gesto exagerado y casi se cayó. La audiencia estalló en risas. Enzo, sorprendido pero divertido, se rió también.

"¡Eso fue parte de la historia!" dijo Enzo con una gran sonrisa, ganándose más aplausos.

Cuando terminó, todo el jardín lo ovacionó.

"¡Bravo, Enzo!" gritó Luz, y los demás se unieron. Enzo sintió una alegría inmensa.

Más tarde, la señorita Clara dijo:

"Estoy muy orgullosa de todos ustedes. Enzo, te agradezco por tu valentía al subir al escenario y por compartir tu hermosa historia. ¡Tú hiciste que todos disfrutáramos!"

Enzo sonrió radiante, las dudas que una vez tuvo se desvanecieron como la niebla al sol.

"Gracias, señorita Clara. Nunca pensé que me sentiría tan bien al contar la historia", dijo Enzo.

El concurso terminó con un gran abrazo entre Enzo y Luz.

"¡Lo lograste, Enzo! Ahora estás listo para el próximo concurso de talentos", dijo Luz felizmente.

"Sí, pero lo más importante es que me divertí y aprendí que si lo intentamos, podemos hacer cosas grandiosas", respondió Enzo.

Desde ese día, Enzo nunca volvió a dudar de sí mismo. Aprendió que la valentía no siempre significa estar sin miedo, sino hacer lo que amas a pesar de esos miedos. Y así, Enzo siguió contando historias, llevando sonrisas a la cara de todos, un cuento a la vez.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!