El gran día de Juan



Había una vez un niño llamado Juan que vivía en un lindo vecindario lleno de árboles y flores. Juan era un chico lleno de energía, pero tenía un pequeño gran problema: no escuchaba a su mamá. Esta era su rutina diaria:

"Juan, por favor, no corras tan rápido en la calle" - decía mamá con preocupación.

"No pasa nada, mamí. ¡Soy rápido como una flecha!" - respondía Juan mientras se lanzaba a jugar con sus amigos.

La mamá de Juan le hablaba una y otra vez sobre la importancia de seguir las reglas y escuchar sus consejos. Pero a Juan no le importaba y seguía haciendo lo que quería. Un día, estaba muy emocionado porque se organizó un torneo de fútbol en el parque. Juan soñaba con ser el goleador y no dejaba que nada lo detuviera.

El gran día llegó y Juan estaba ansioso por jugar. Su mamá lo despertó con el desayuno:

"Juan, ¿recuerdas que debes comer bien para tener energía?" - insistió.

"Sí, sí, mamá, después me como un ravioli" - contestó, mientras se vestía rápidamente y salía corriendo.

Al llegar al parque, todo era caos, risas y emoción. Pero Juan estaba tan concentrado en impresionar a sus amigos que no le prestó atención a los consejos de su mamá. En medio del partido, un chico de su equipo le gritó:

"¡Juan! ¡Pasa la pelota aquí!"

Pero Juan, en vez de pasarla, se puso a driblar por el campo, dando saltitos y tratando de lucirse. Entonces ocurrió lo inesperado: Juan se distrajo con un grito de un espectador y, sin darse cuenta, se metió en una zona de cemento donde había un gran charco.

"¡Juan, cuidado!" - gritaron sus amigos al verlo caer en el charco.

Fue un momento horrible. Juan se llenó de barro de pies a cabeza y, lo peor de todo, sus amigos no pudieron evitar reírse. Sin embargo, después de la risa, se dieron cuenta de que Juan se sentía mal por no haber escuchado los consejos de su mamá y les explicó:

"¡Eran sensible! ¡No debería haber ignorado las advertencias!"

Mientras Juan intentaba levantarse del charco, un chico del equipo contrario se acercó:

"¿Estás bien, Juan?" - le preguntó con preocupación.

Juan, con su ropa empapada y llena de barro, les dijo a sus amigos:

"Tal vez debería haber prestado más atención a lo que me decía mi mamá".

Sus amigos asintieron en silencio, dándose cuenta de que todos tenían que comenzar a escuchar más. Juan salió del charco, y este fue el momento en que se dio cuenta de lo importante que era escuchar a su mamá.

Tras la caída, la mamá de Juan llegó al parque y al verlo así, no pudo sostener su risa. Ella se agachó y le dijo:

"Juan, la próxima vez que te diga que tengas cuidado, deberías escucharme, ¿sí?"

"Lo prometo, mamí. Aprendí la lección de la forma más húmeda" - afirmó, riéndose junto a ella.

Desde aquel día, Juan comenzó a escuchar más a su mamá. No solo se volvió más cuidadoso al jugar, sino que también empezó a ayudar más en casa, aprendiendo que los consejos de su mamá eran para protegerlo y hacerlo sentir bien. Aprendió a valorar las palabras de quienes lo aman. ¡Y además, siguió siendo un gran jugador de fútbol!

Juan enseñó a sus amigos la importancia de escuchar a los adultos y, juntos, formaron un equipo que no solo jugaba bien al fútbol, sino que también se cuidaban mutuamente. Y así, cada vez que uno de ellos no prestaba atención a un consejo, se recordaban mutuamente la historia del gran día de Juan en el charco, riendo y aprendiendo a convertir sus errores en aventuras.

Fin.

FIN.

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