El Gran Día de Juegos en el Parque



En un hermoso barrio de Buenos Aires, un soleado domingo por la mañana, un grupo de animales domésticos decidió que era el día perfecto para jugar en el parque. La perra Lola, una labradora llena de energía, se encontraba en la plaza esperando a sus amigos.

"¡Vamos, chicos! ¡Ya estoy aquí!" - ladró Lola emocionada, moviendo su cola con alegría.

A poco llegaban sus amigos: Martín, el gato aventurero, y Mili, la conejita curiosa.

"¡Hola, Lola! ¿Qué vamos a hacer hoy?" - preguntó Martín, mientras se estiraba para preparar sus músculos.

"Podemos jugar a la pelota o a buscar tesoros en el parque" - sugirió Mili, saltando de un lado a otro.

Lola pensó un momento y luego sonrió.

"¡Juguemos a la búsqueda del tesoro! Pero primero, necesitamos un mapa." - propuso.

Así es como decidieron que Mili, por ser la más pequeña, haría un mapa del parque con los lugares que les parecían interesantes. Con su lápiz de color, dibujó un gran árbol, un charco de agua, un banco y un arbusto lleno de flores. Todos fueron muy animados al ver el mapa.

"¡Bien! Dividámonos y busquemos pistas en cada uno de esos lugares!" - dijo Martín.

Lola, Mili y Martín partieron cada uno a un lugar diferente, emocionados por descubrir el tesoro. Lola corrió hacia el gran árbol. Cuando llegó, observó que algo brillaba entre las hojas. Elasticamente, se asomó y gritó:

"¡Chicos! ¡Creo que encontré algo!" - llamó con entusiasmo.

Los otros dos pronto llegaron a donde estaba Lola.

"¿Qué es?" - preguntó Mili, temblando de emoción.

Lola movió las hojas y revela un viejo hueso dorado que parecía un tesoro para toda la manada.

"Es un hueso viejo, pero parece que tiene historia" - dijo Martín.

Decidieron llevarlo junto a ellos a los otros lugares. En el charco, encontraron unas brillantes piedras de colores, junto a unas flores en el arbusto que Mili había dibujado. Así, con cada pista, los amigos fueron armando su propio

FIN.

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