El gran día de la vaquita Valentina



En un pequeño pueblo perdido en la sierra peruana, vivía una vaca llamada Valentina. Era una vaca muy especial, ya que le encantaba compartir historias con sus amigos, las tres ovejas: Lía, Nube y Copito. Lía era la más sabia, Nube tenía una risa contagiosa y Copito siempre estaba buscando aventuras.

Un día, mientras el sol brillaba en el cielo y las flores alegraban el campo, la señora María, una mujer de 35 años, llegó al pueblo para visitar a su abuela. Su hija, Sofía, una niña de 8 años, la acompañaba y estaba ansiosa por conocer a los animales del lugar.

"¡Mamá! ¿Podemos ir a visitar a la vaquita Valentina?" - preguntó Sofía emocionada.

"Por supuesto, querida. Todos hablan de ella y sus historias. Vamos a buscarla." - respondió la señora María con una sonrisa.

Mientras tanto, Valentina y las ovejas estaban pensando en qué historia contarles a Sofía y a su mamá.

"¿Qué te parece contarles sobre el día que encontramos el río mágico?" - sugirió Lía.

"¡Sí! A las niñas les encantarán esas aventuras" - agregó Nube, saltando de alegría.

"Pero… ¿y si no creen que el río es mágico?" - preguntó Copito, preocupado.

"¡Las haremos creer!" - exclamó Valentina.

Cuando Sofía y su mamá llegaron, Valentina se acercó y dijo:

"¡Hola, soy Valentina! Estoy muy contenta de que hayan venido. Mis amigas y yo les vamos a contar una historia increíble."

Las ovejas se acercaron y comenzaron a relatar:

"Una tarde, mientras paseábamos, encontramos un río que brillaba como el oro. Decían que si te sumergías en él, tus sueños se volvían realidad."

"¡Sí! Así que nos tiramos al agua y... ¡voilà! Cada una de nosotras pidió un deseo. Yo deseé aprender a saltar más alto" - interrumpió Lía.

"Y yo, comer la hierba más deliciosa del pueblo" - dijo Nube, con un guiño.

"Y yo, tener mil aventuras" - dijo Copito, con emoción.

Sofía escuchaba con los ojos muy abiertos, fascinada por la historia.

"¿Y qué pasó después?" - preguntó, intrigada.

"Resulta que todos nuestros deseos se cumplieron ese día. Pero, descubrimos que no siempre se cumplen como uno espera" - continuó Valentina.

Entonces, le contaron a Sofía que Lía había saltado tan alto que aterrizó en un arbusto lleno de espinas, Nube ahora solo podía comer hierba amarga y Copito terminó perdido, buscando aventuras entre las montañas.

"¡Pero lo más importante que aprendimos fue que lo mejor de la vida son los momentos compartidos!" - dijo Valentina, mientras las tres ovejas asentían "Nunca se trata solo de los deseos, sino de disfrutar cada día con nuestros amigos."

Sofía sonrió y miró a su mamá.

"Mamá, creo que lo más mágico de esta historia es que estamos aquí juntos. ¿Podemos venir a visitar a Valentina y las ovejas más seguido?"

"Por supuesto, cariño. Siempre hay algo nuevo que aprender." - respondió la señora María.

Y así, desde ese día, Sofía y su mamá se convirtieron en visitantes asiduos del pueblo, compartiendo con Valentina y las ovejas, aprendiendo siempre algo nuevo. Valentina, Lía, Nube y Copito se convirtieron en grandes amigas de Sofía, viviendo aventuras mágicas en la sierra, donde el verdadero tesoro eran los momentos juntos.

FIN.

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