El gran día de Mariana
Era una mañana soleada en el pequeño pueblo de Colores, y Mariana, una niña de siete años, se preparaba para un día muy especial. Su mamá, Ana, estaba a punto de tener un bebé.
"¿Mamá, ya está por llegar?" - preguntó Mariana con mucha emoción.
"Sí, Mariana, pronto serás hermana mayor. ¡Qué alegría!" - respondió Ana, sonriendo.
La llegada del bebé llenó de alegría a Mariana y también ayudó a sus padres, Ana y Luis, a arreglar sus diferencias. Durante semanas, Mariana se sintió la niña más afortunada del mundo, disfrutando cada instante con su familia.
Un día, Ana dio a luz a una hermosa bebé que llamaron Sofía. Desde ese momento, el hogar de Mariana se llenó de risas y canciones. Mariana soñaba despierta con ser la mejor hermana del mundo.
"Voy a cuidar de Sofía como una superheroína, mamá" - le decía a su madre con determinación.
"¡Eso es! Cada hermana es una superheroína en su propia forma" - respondió Ana.
Sin embargo, una tarde de verano, mientras jugaba en el parque, Mariana decidió llevar a Sofía en su carrito. Ella estaba muy emocionada mostrando a su amiga Lucía a su nueva hermanita.
"Mirá, Sofía es la más linda" - exclamó Mariana.
Pero cuando Mariana se distrajo con un juego, hizo un giro y cuando volvió a mirar, su carrito ya no estaba.
"¡Sofía!" - gritó Mariana desesperada.
Mariana buscó por toda la plaza, preguntando a todos los que veía.
"¿Han visto a mi hermana, Sofía?" - les preguntaba con los ojos llenos de lágrimas.
Todos se unieron a la búsqueda, pero no había señales de Sofía. Mariana se sentó en una banca, sintiéndose triste y sola.
"No puede ser, ¿qué voy a hacer ahora?" - sollozó.
Fue entonces cuando su muñeca favorita, Lola, cobró vida. Con grandes ojos brillantes y una sonrisa cálida, se acercó a Mariana.
"No te preocupes, Mariana. Juntas podemos encontrarla" - le dijo Lola.
Mariana, aún un poco incrédula, miró a su muñeca.
"¿De verdad puedes ayudarme?" - preguntó.
"Claro, la familia siempre se ayuda mutuamente, vamos a buscarla juntas" - le animó Lola.
Las dos, Mariana y Lola, comenzaron a buscar pistas. Preguntaron a los vendedores de helados, a los niños que jugaban y a los adultos en el parque. Todo se sentía como una gran aventura, pero el corazón de Mariana seguía preocupado.
De repente, escucharon risas. Se acercaron hacia un grupo de niños que hacían una fiesta de burbujas. Y ahí estaba Sofía, rodeada de burbujas, riendo y sonriendo.
"¡Sofía!" - exclamó Mariana mientras corría para abrazarla.
"Estaba jugando y las burbujas son tan divertidas" - rió Sofía mientras Mariana la apretaba contra su pecho.
Aliviada y feliz, Mariana se dio cuenta de que aunque las cosas pueden parecer difíciles, siempre hay una solución si se busca con amor y ayuda de los demás.
Regresaron a casa, donde Ana y Luis las esperaban con los brazos abiertos.
"Mamá, papá, ¡no saben lo que pasó!" - dijo Mariana emocionada.
"Estamos tan orgullosos de cómo cuidaste a Sofía" - les sonrió Ana.
Mariana aprendió que la familia es un lugar donde el amor siempre brilla, incluso en los momentos más complicados. Desde ese día, se convirtió en la superheroína de Sofía, demostrando que siempre, a pesar de las dificultades, hay que mantener el amor y la unión familiar.
Y así, en el colorido pueblo de Colores, Mariana y Sofía crecieron juntas, viviendo aventuras y compartiendo risas, siempre acompañadas por el amor de su familia.
FIN.