El Gran Día de Martín
Era una mañana brillante en el pueblo de Villa Esperanza. Los pájaros cantaban y el sol iluminaba los caminos. Martín, un pequeño pajarito de colores vivos, estaba muy emocionado porque era su primer día de trabajo en la construcción de un nuevo parque para los animales de la ciudad.
Cuando llegó al lugar de trabajo, vio a sus nuevos compañeros: una ardilla llamada Coco, un conejo llamado Max, y una tortuga sabia llamada Tita. Todos estaban trabajando con entusiasmo, y cada uno tenía una tarea especial.
"¡Hola, Martín!" - gritó Coco. "¿Listo para comenzar el trabajo?"
"¡Siii! Estoy muy emocionado" - respondió Martín, moviendo sus alas con alegría.
Martín se asignó la tarea de recolectar ramas y hojas para hacer los sillas y mesas del parque. Mientras volaba de un lado a otro, sintiéndose práctico y útil, no se dio cuenta de que estaba un poco cerca del borde de un gran andamio.
De repente, al tratar de alcanzar una ramita que estaba un poco más lejos...
"¡Ay! ¿Qué fue eso?" - gritó Martín, mientras perdía el equilibrio y cayó al suelo.
Sus compañeros lo miraron, preocupados.
"Martín, ¡estás bien!" - dijo Max, corriendo hacia él.
"No te preocupes, solo fue un pequeño tropiezo" - dijo Tita, mientras se acercaba lentamente.
Martín se levantó un poco desorientado y con un pequeño golpe en la cabeza, y sintió que algo no estaba bien.
"Siento que no puedo seguir trabajando" - murmuró mientras trataba de sacudirse el polvo. "Creo que no soy bueno en esto…"
Coco se acercó y le dio un pequeño abrazo.
"Claro que sos bueno, Martín. A veces ocurren accidentes. Todos hemos tenido caídas, pero eso no significa que tengamos que rendirnos" - le animó.
Después de un momento, Martín se sintió un poco mejor y decidió intentarlo de nuevo. Aunque tenía miedo de caer otra vez, sabía que podía hacerlo con la ayuda de sus amigos. Detalló lo que había aprendido. La tortuga Tita le explicó que era importante trabajar con cuidado y no apresurarse, mientras Coco le mostró algunos trucos divertidos para mantenerse seguro.
Poco a poco, Martín se fue sintiendo más seguro de sí mismo. Empezó a recolectar más ramas, pero esta vez con mucho más cuidado.
"Vamos, que juntos podemos!" - gritó Max, mientras hacía saltos. Los demás le siguieron, riendo y disfrutando del momento.
A medida que el día avanzaba, se dieron cuenta de que no solo estaban construyendo un parque hermoso, sino que estaban construyendo una amistad fuerte entre ellos. Cada uno aportando algo diferente al trabajo, y cada error que cometían lo convertían en una enseñanza.
Finalmente, al caer la tarde, habían montado un hermoso parque lleno de sillas y mesas junto a un hermoso lago.
"¡Lo logramos!" - exclamó Martín, con una gran sonrisa.
"Sí, todo gracias a que no te rendiste" - dijo Tita con orgullo.
Y así, Martín entendió que aunque algunas veces puede haber accidentes, lo importante es seguir adelante y aprender de cada experiencia. Desde aquel día, el pequeño pajarito siempre recordaría que caerse no era un fracaso, sino una oportunidad para levantarse más fuerte y ayudar a los demás.
FIN.