El gran día de reciclaje con el abuelo



Era un soleado sábado de primavera, y Tomi, un niño de 5 años, estaba jugando en el jardín de su casa. Su hermana, Luli, de 4 años, lo miraba desde la sombra de un árbol, sentada en el suelo. De repente, el abuelo Francisco apareció por la puerta de atrás con una gran sonrisa y un cesto lleno de objetos coloridos.

"¡Hola, mis pequeños ayudantes!" - saludó el abuelo.

"¿Qué traes, abuelo?" - preguntó Luli curiosa.

"Hoy vamos a aprender sobre algo muy importante: el reciclaje y cómo cuidar nuestro hermoso planeta. ¿Les gustaría?" - dijo con entusiasmo.

Tomi y Luli asintieron con la cabeza. El abuelo dejó el cesto en el suelo y sacó un montón de botellas de plástico, latas, papeles y restos de comida.

"Primero, necesitamos separar estos objetos. ¿Saben qué es el reciclaje?" - preguntó el abuelo.

"Es cuando usamos cosas viejas para hacer cosas nuevas, ¿no?" - dijo Tomi, recordando lo que había oído en la escuela.

"¡Exactamente!" - afirmó el abuelo. "Pero también es muy importante que sepamos en qué contenedor va cada cosa. Miren, por ejemplo, esta botella de plástico. ¿Qué piensan que debemos hacer con ella?" - dijo mientras levantaba la botella.

Luli levantó su manita emocionada.

"¡Ponerla en el azul!" - exclamó.

"¡Correcto!" - rió el abuelo. "El contenedor azul es para el plástico. Ahora, ¿y esta lata?" - preguntó levantando una lata de refresco.

Tomi respondió rápidamente.

"En el amarillo, porque es metal." - dijo con confianza.

Así siguieron separando los objetos, riendo y aprendiendo juntos. De repente, Luli se detuvo y miró pensativa los restos de comida que habían sacado.

"¿Y esto, abuelo?" - preguntó señalando con su dedito.

"Ah, eso va en el contenedor marrón, donde se tira la basura orgánica, como cáscaras de fruta o restos de comida. ¡Es muy importante!" - dijo el abuelo. "Así ayudamos a que se convierta en compost, algo que es muy bueno para las plantas."

Después de un rato, los niños habían logrado separar todos los objetos. El abuelo miró a los chicos orgulloso.

"¡Bien hecho! Ahora, para festejar, vamos a hacer una actividad divertida. Vamos a crear arte con lo que reciclamos. ¿Qué les parece?" - les propuso entusiasmado.

Los ojos de Tomi y Luli brillaron al escuchar la idea. A través de risas y creatividad, los tres comenzaron a crear colores cuadros y figuras con los materiales reciclados.

"¡Yo quiero hacer un robot!" - gritó Tomi.

"Y yo una muñeca!" - respondió Luli emocionada.

Mientras trabajaban, el abuelo les contaba historias sobre cómo el reciclaje ayudaba a la tierra y a los animales. De repente, un ave bonita se posó en el borde del techo. Luli la miró con fascinación y preguntó:

"¿Las aves también son felices gracias al reciclaje, abuelo?"

"¡Sí!" - respondió el abuelo. "Cuantos menos residuos, más limpios estarán los lugares donde viven los animales."

El trabajo creativo continuó hasta que, al final del día, los tres tenían una hermosa colección de arte. El abuelo sonrió y dijo:

"Miren todo lo que logramos hoy. Al reciclar, no solo cuidamos nuestro entorno, sino que también nos divertimos. Cada uno de ustedes puede hacer algo por la Tierra. ¿No es genial?"

Tomi y Luli asintieron sonriendo. Sabían que cada pequeño esfuerzo contaba.

"¡Gracias, abuelo! ¡Hoy aprendimos mucho!" - gritaron juntos.

"¡Y esto es solo el comienzo! Vamos a seguir reciclando y cuidando nuestro mundo todos los días. ¡Es un trabajo de equipo!" - exclamó el abuelo mientras les daba un abrazo.

Desde ese día, Tomi y Luli se convirtieron en los guardianes del reciclaje en su casa, recordando siempre las lecciones que su querido abuelo les había enseñado. Y así, juntos, hicieron su parte para cuidar del planeta y vivir en un mundo más limpio y feliz.

FIN.

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