El Gran Dibujo de Pedrito



Era una soleada mañana en la escuela del barrio, y todos los chicos estaban emocionados por la clase de arte. A Pedrito, un niño con una gran imaginación, le brillaban los ojos al pensar en lo que podría crear. Tenía un cuaderno nuevo, lleno de páginas en blanco, que esperaba llenar con sus dibujos.

Pero cuando entró al aula, se encontró con una sorpresa. La maestra, la señora Marta, anunció con un tono serio:

"Hoy no vamos a dibujar, chicos. Vamos a hacer algo diferente."

Pedrito se sintió desilusionado. "¿Pero por qué no podemos dibujar?" - preguntó con tristeza.

"Porque es importante aprender acerca de la historia del arte primero", respondió la señora Marta.

Los otros chicos empezaron a murmurar. Algunos parecían contentos con la idea, pero a Pedrito le costaba comprenderlo. En sus sueños, ya podía ver a su personaje favorito, un dragón de colores brillantes que volaba por el cielo.

Durante la clase de historia del arte, Pedrito intentó concentrarse, pero cada vez que cerraba los ojos, veía su dragón. Se sentía frustrado y quería que todos pudieran ver la belleza de su imaginación. Cuando terminó la clase, decidió que tenía que hacer algo.

Esa tarde, en su casa, Pedrito tomó una deep breath y decidió dibujar su dragón a escondidas. Con cada trazo, su corazón se llenaba de alegría. Cuando terminó, el dragón parecía saltar de la página. Estaba tan orgulloso que decidió mostrarle a su madre.

"¡Mirá, mamá! ¡Es mi dragón!" - exclamó, llenó de entusiasmo.

Su madre sonrió, pero luego comentó:

"Es muy lindo, Pedrito, pero ¿por qué no se lo muestras a la señora Marta?"

"Porque hoy no nos dejaron dibujar, y si no les gusta, me voy a sentir mal" - respondió Pedrito, sintiendo un nudo en la garganta.

Su madre, con cariño, le dijo:

"Las obras de arte son para compartir. Si no te muestras, nadie podrá ver lo que has creado."

Esa noche, mientras Pedrito intentaba dormir, recordó las palabras de su madre. Luego se le ocurrió una idea. Al día siguiente, se presentaría en clase con su dibujo y lo defendería.

Llegó la mañana y, con su corazón latiendo fuerte, Pedrito tomó el dibujo y se lo mostró a la señora Marta.

"Señora, hice esto anoche. ¿Puedo compartirlo con la clase?"

La maestra, sorprendida por la pasión en su voz, aceptó.

"¡Claro, Pedrito! Vamos a hacer una presentación. Todos pueden dibujar y compartir sus obras luego de la clase de historia."

La clase, entusiasmada, comenzó a dibujar y pronto todos compartieron sus dibujos. Pedrito vio que algunos compañeros también habían creado personajes fantásticos, mientras que otros dibujaron sus deportes favoritos. La energía en el aula era contagiosa.

Cuando le llegó el turno, Pedrito dio un paso adelante y, con su dibujo en las manos, explicó cómo había creado su dragón.

"Este es Nublito, un dragón que puede cambiar de color según su estado de ánimo. Cuento que siempre vuela alto y ayuda a los niños a descubrir sus sueños."

Los chicos escuchaban con atención, y finalmente estallaron en aplausos. La señora Marta, muy satisfecha, aplaudió con ellos.

"Esto fue maravilloso, Pedrito. Ahora, ¿qué tal si hacemos una exposición con todas nuestras obras?"

La emoción se desbordó y todos comenzaron a hablar de cómo decorarían el aula para la gran exposición.

Esa fue la mejor clase de arte que Pedrito había tenido. Aprendió que aunque a veces los maestros tienen ideas diferentes sobre lo que hay que hacer, siempre hay un lugar para la creatividad.

Desde aquella tarde, Pedrito entendió lo importante que es compartir su creatividad y su arte. No sólo porque le gusta, sino porque así puede inspirar a otros. No hay cosa más bella que ayudarse entre todos para crear un mundo lleno de color y alegría. Y así, Pedrito continuó dibujando, siempre con una sonrisa, sabiendo que su arte tenía un lugar importante en su vida y en la de los demás.

FIN.

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