El gran discurso de Ángela



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoiris, donde vivía Ángela, una joven con el cabello café oscuro y una personalidad encantadora.

A pesar de ser muy divertida y amable, Ángela tenía un gran miedo que la hacía temblar cada vez que pensaba en ello: le aterraba hablar en público. Ángela trabajaba como maestra en el jardín de infantes del pueblo, y su habilidad para conectar con los niños de 2 a 3 años era asombrosa.

Les enseñaba cosas nuevas todos los días y los pequeños la adoraban por su ternura y paciencia.

Pero cuando se trataba de hablar frente a los padres o en reuniones escolares, Ángela se ponía tan nerviosa que apenas podía articular palabra. Un día, la directora del jardín de infantes anunció que se llevaría a cabo un festival en el pueblo y que cada maestro debía preparar una presentación especial para mostrarle a toda la comunidad.

Ángela sintió un nudo en el estómago al escuchar la noticia. Sabía que no podría evitar hablar frente a tanta gente, pero no quería defraudar a sus alumnos. Decidió pedir ayuda a sus pequeños amigos del jardín.

Les explicó lo nerviosa que estaba y les pidió consejos para superar su miedo escénico.

Los niños, con su inocencia y sabiduría infantil, le dieron ideas maravillosas: "¡Ángela, solo piensa que estás hablando con nosotros!"; "Imagina que todos son tus amigos"; "Cierra los ojos y respira profundo antes de empezar". Con el apoyo de sus alumnos, Ángela empezó a practicar su presentación una y otra vez. Poco a poco fue perdiendo el miedo y ganando confianza en sí misma.

Llegó el día del festival y ante un auditorio repleto de personas, Ángela subió al escenario con valentía.

"-¡Hola a todos! Soy Ángela, la maestra más feliz del mundo porque tengo la oportunidad de enseñarles cosas maravillosas a estos pequeños angelitos cada día", dijo con voz firme pero cálida. La audiencia quedó cautivada por las palabras de Ángela y por su pasión al hablar sobre la importancia de educar desde temprana edad.

Al finalizar su presentación, recibió una ovación cerrada por parte de padres, colegas e incluso desconocidos emocionados. Desde ese día, Ángela comprendió que el miedo es solo una barrera que podemos superar si tenemos confianza en nosotros mismos y contamos con el apoyo incondicional de quienes nos rodean.

Y así siguió enseñando con amor y dedicación a sus pequeños alumnos, inspirándolos no solo académicamente sino también emocionalmente. Y colorín colorado este cuento ha terminado; espero haber sido útil ¡Hasta pronto!

FIN.

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