El Gran Encuentro de la Selva



En la profunda y colorida selva peruana, donde los árboles son altos y las flores son de mil colores, vivían cuatro amigos: Lolo el loro, Tico el tigre, Meli la morsa y Pipa el perezoso. Ellos disfrutaban de la vida juntos, jugando y compartiendo aventuras. Un día, mientras exploraban, se encontraron con un gran dilema.

"¿Por qué no vamos a jugar al río?" propuso Lolo emocionado.

"¡Sí! ¡Me encantaría!" dijo Tico.

"A mí también, pero no sé nadar" murmuró Meli.

"No te preocupes, Meli. ¡Nosotros te ayudaremos!" le aseguró Pipa, que siempre tenía una respuesta plena de tranquilidad.

Así que, decididos a disfrutar del día, los cuatro amigos se dirigieron al río. Allí, se encontraron con una gran sorpresa: una tortuga, llamada Tula, que estaba atrapada en un espinazo de un tronco.

"¡Ayuda! ¡No puedo salir!" gritaba Tula con mucho miedo.

"¡Debemos ayudarla!" exclamó Tico, con su espíritu valiente.

"Sí, pero si la ayudamos, podemos mojar nuestras patas y pelaje" dijo Meli un poco preocupada.

"Pero si no la ayudamos, nunca podremos jugar tranquilos" insistió Lolo.

"Es cierto. Si todos unimos nuestras fuerzas, podemos hacerlo juntos" dijo Pipa, siempre calmado y lleno de sabiduría.

Con mucho cuidado, los amigos se acercaron a la tortuga. Tico empujó un poco el tronco mientras Meli lo sostenía, Lolo animaba desde el costado y Pipa dirigía la operación.

"¡Ahora! ¡Empujemos todos juntos!" gritó Lolo. Con un gran esfuerzo, lograron soltar a Tula. La tortuga, feliz y agradecida, se deslizaba por el agua.

"¡Gracias, amigos! Ustedes son muy valientes y solidarios. Les debo una", dijo Tula con una enorme sonrisa.

"No es nada, hemos hecho lo que todos debíamos hacer, que es ayudarnos entre amigos" respondió Tico, feliz de haber cumplido con su deber.

Después de ayudar a Tula, los amigos continuaron su camino hacia el río. Allí, todos jugaban contentos, chapoteando y nadando. Meli se sintió un poco más segura al ver cómo sus amigos la apoyaban.

"¡Miren! ¡Puedo flotar!" gritó Meli sorprendida.

"Ves que no es tan complicado, solo hay que intentarlo" dijo Pipa.

En ese momento, de repente, escucharon un gran estruendo. Era una tormenta repentina que estaba por llegar. Los animales miraron al cielo y vieron que se acercaban nubes oscuras.

"¡Debemos encontrar refugio!" dijo Lolo, un poco asustado.

"Sí, tenemos que ayudar a Tula y a los demás animales" recomendó Tico, fuerte y decidido.

Los amigos rápidamente se pusieron en acción.

"Tula, ven con nosotros; no debes quedarte aquí sola" dijo Meli, llena de compasión.

"Gracias, amigos. Ustedes siempre piensan en los demás" respondió Tula mientras se unía a ellos.

Pipa, con su calma habitual, llevó al grupo hacia una cueva, donde podrían refugiarse de la tormenta. Durante la espera, disfrutaron contando historias y jugando.

"Gracias a todos ustedes por ser tan amables y solidarios. Hoy he aprendido que ser amigo significa cuidar a los demás. Cada uno de nosotros puede marcar una diferencia", dijo Tula, con ojos brillantes de gratitud.

Finalmente, la tormenta pasó y el sol volvió a brillar. Los amigos salieron de la cueva, listos para retomar sus aventuras. Lolo, Tico, Meli y Pipa compartieron no solo la alegría del día, sino también el valor de la amistad, la responsabilidad y el respeto hacia los demás.

"Siempre seremos amigos y siempre nos ayudaremos, ¿verdad?" preguntó Lolo.

"¡Sí! ¡Por siempre!" respondieron al unísono todos los animales. Y así, juntos aprendieron la importancia de cuidar y respetar a los demás en su maravillosa selva peruana.

FIN.

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