El Gran Encuentro de los Amigos



Era un soleado día de primavera en el colegio San Martín, donde un grupo de amigos estaba ansioso por planear una gran fiesta para celebrar el fin del año lectivo. Entre risas y emociones, los amigos decidieron que sería una fiesta de disfraces, y todos prometieron que sería la mejor de todas.

Sofía, la organizadora del grupo, dijo: "¡Chicos, tenemos que hacer algo especial! Hay que elegir un tema que sorprenda a todos".

Lucas, siempre lleno de ideas locas, respondió: "¡Podemos disfrazarnos de personajes de cuentos! Cada uno puede elegir su favorito".

Mariana, que siempre había soñado con ser un hada, saltó de alegría y exclamó: "¡Sí! Yo quiero ser un hada mágica que hace brillar todo a su paso".

"Y yo voy de lobo feroz", se adelantó Norberto con su típica risa contagiosa.

Después de mucho discutir, decidieron que el tema sería "Cuentos Clásicos" y cada uno se dedicó a hacer su propio disfraz. La fiesta se acercaba, y la emoción crecía con cada día que pasaba.

Cuando llegó el gran día, todos estaban ansiosos. Sofía llegó vestida de Caperucita Roja, con una capa brillante y una canasta llena de golosinas. Lucas, con su disfraz de Peter Pan, no dejaba de hacer volteretas. Mariana deslumbraba con sus alas de hada, mientras que Norberto se paseaba como un lobo feroz, haciendo que algunos se asustaran solo de verlo.

Al llegar a la fiesta, el salón estaba decorado con globos y serpentinas. Había música, juegos y muchísima comida. ¡Era un verdadero cuento de hadas hecho fiesta!

Mientras bailaban y jugaban, un nuevo chico llamado Tomás hizo su aparición, con un disfraz de príncipito. Todos se miraron con curiosidad, pero Sofía, siempre atenta, se acercó a él y le dijo: "¡Hola! ¡Bienvenido! Vení a bailar con nosotros".

Tomás, un poco tímido, sonrió y se unió al grupo. Poco a poco fue ganando confianza y se hizo amigo de todos. En un momento de la fiesta, Sofía y Tomás comenzaron a charlar sobre sus cuentos favoritos. "Yo siempre quise ser el príncipito porque admiro su valentía", dijo él con una chispa en los ojos.

"Es hermoso el cuento. Yo creo que la valentía está en ayudar a los otros", respondió Sofía, mientras su corazón se llenaba de algo especial por Tomás.

Mientras tanto, en el fondo del salón, Lucas y Mariana estaban organizando un juego de adivinanzas. "¡Vengan todos! Está por empezar el concurso de cuentos", gritaba Lucas con emoción.

Los amigos realizaron un concurso donde cada uno debía contar un cuento inventado y los demás debían adivinar de qué se trataba. Las risas sonaban por todo el salón y la alegría era contagiosa.

Pero en medio de tanta diversión, algo extraño ocurrió. Norberto, que siempre hacía travesuras, decidió asustar a todos haciéndose el lobo feroz. Se puso a correr tras de Sofía y Tomás, pero al chocar con una mesa, derribó una torre de globos que se desparramaron por todo el lugar.

"¡Norberto, no!", gritaron todos, pero inmediatamente estallaron en risas al verlo convertido en un mar de globos.

Esa situación rompió el hielo y todos inmediatamente se unieron para ayudarlo a levantarse. "¡Eres el lobo más torpe de todos!", le dijo Mariana entre risas.

Finalmente, al caer la tarde, llegó la hora de la despedida. Tomás se acercó a Sofía y le dijo: "Hoy me di cuenta de que tengo un gran grupo de amigos. Gracias por invitarme".

"La amistad es lo más importante", respondió Sofía, sonrojándose un poco. "Espero que podamos estar todos juntos en la universidad también".

Tomás sonrió, sabiendo que esa fiesta los había unido más que nunca. "¡Nunca lo voy a olvidar!"

A partir de ese día, no solo celebraron el final del año escolar, sino también el inicio de una hermosa amistad. Y así, entre risas y cuentos, los amigos sabían que el amor y la amistad eran los ingredientes más importantes de cada fiesta, y que aunque crecerían y pasaran momentos difíciles, siempre tendrían el uno al otro.

Con esa promesa de amistad, los corazones de Sofía, Tomás, Mariana, Lucas y Norberto brillaron aún más que en la mejor de las fiestas, mirando hacia un futuro lleno de aventuras.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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