El Gran Encuentro de los Gatos



Había una vez en un pintoresco barrio de Buenos Aires, un grupo de gatos que vivían en la casa de Doña Rosa. Todos los días se reunían en el jardín a jugar y a tomar el sol. Eran cuatro gatos muy diferentes entre sí: Miau, el más curioso; Rayas, el más juguetón; Nube, la más soñadora; y Pochito, el más sensible.

Un día, mientras jugaban, Miau miró al cielo y dijo: - ¡Che, miren! ¡Hay algo brillante en el árbol del vecino!

Los gatos se acercaron y vieron un objeto plateado colgando de la rama. - ¿Qué será eso? - preguntó Nube, sus ojos brillando de emoción.

- ¡Vamos a descubrirlo! - soltó Rayas, saltando hacia el árbol. Con mucho cuidado, todos intentaron acercarse al objeto, pero no podían alcanzarlo.

- ¡Yo puedo! - rugió Rayas, y con un salto sorprendente, logró trepar hasta la rama. - ¡Lo tengo! - gritó mientras lo sacaba del árbol.

Cuando Rayas volvió al suelo, todos se dieron cuenta de que era un viejo espejo. - ¡Es un espejo! - exclamó Pochito, mirando su reflejo. - ¿Y ahora qué hacemos con él? -

Nube pensó un momento y dijo: - Podríamos usarlo para ver lo que hay detrás de nosotros. Todo siempre es más fácil cuando podemos ver lo que se nos escapa.

Los cuatro gatos se turnaron para mirar en el espejo. Al principio, sólo se veían a ellos mismos, pero cuando Miau lo giró, notaron que algo comenzaba a brillar en el fondo. - ¡Wow! ¡Hay algo en el patio de Doña Rosa! - dijo Miau emocionado.

Los gatos se acercaron al espejo y vieron a una familia de perritos jugando en el patio. Rayas, más travieso que nunca, sugirió: - Deberíamos hacerles una visita. ¡Podríamos hacer nuevos amigos! -

Pochito, siempre más cauteloso, respondió: - Pero… ¿y si no les agradamos? -

Nube trató de calmar a Pochito. - No sabemos si no les agradamos si no lo intentamos. Además, somos gatos y son perritos, ¡nuestras diferencias también son nuestras fortalezas! -

Con un poco de miedo pero mucha valentía, los gatos decidieron acercarse a los perritos. Al principio, los perritos se asustaron al verlos, pero después de un momento de duda, uno de los más valientes, llamado Fluffy, se acercó y dijo: - ¡Hola! Nunca antes habíamos visto gatos en nuestra calle.

Los gatos se sonrieron y Miau contestó: - ¡Hola! Somos Miau, Rayas, Nube y Pochito. Vimos que estaban jugando y decidimos venir a saludarlos. -

Fluffy movió la cola y dijo: - Nos encantaría jugar con ustedes. ¿Quieren unirse a nosotros? -

Los cuatro gatos se miraron intrigados. Rayas fue el primero en dar un paso adelante. - ¡Claro! ¿Qué jugamos? -

Así, comenzaron a jugar juntos, corriendo tras de una pelota. Pochito, al principio, se sintió un poco tímido, pero luego se dio cuenta de que los perritos eran muy amables.

Después de un rato, Fluffy, mientras jugaban con el frisbee, le preguntó a Nube: - ¿Cómo es que decidieron venir a vernos? -

Ella respondió con una sonrisa: - ¡Porque queremos ser amigos! Nos dimos cuenta de que aunque seamos diferentes, cada uno puede aportar algo único al grupo. -

Todos los perritos y gatos se quedaron en silencio, pensando en lo que acababa de decir Nube. Fue entonces cuando Rayas, que siempre estaba lleno de energía, gritó: - ¡Hagamos una fiesta de amistad! -

Y así fue como los gatos y los perritos se reunieron en el jardín de Doña Rosa. Al día siguiente, todos estaban muy emocionados por la fiesta. Miau ayudó a organizar todo, mientras que Pochito se ocupó de que nadie se pusiera nervioso.

Cuando llegó la tarde, el jardín se llenó de risas y juegos. Los gatos y los perritos aprendieron a conocerse más, compartieron historias y hasta hicieron una competencia de saltos.

Finalmente, cuando el sol comenzó a ponerse, todos se sentaron en círculo. Fluffy miró a todos y dijo: - Gracias por venir. Nunca pensé que los gatos pudieran ser tan divertidos.

Pochito sonrió y respondió: - Gracias a ustedes por recibirnos. Aprendimos que, aunque seamos distintos, todos podemos ser amigos. -

Nube agregó: - Y lo más importante es que juntos podemos vivir grandes aventuras, ¡como esta! -

Así, los gatos y los perritos prometieron hacer reuniones periódicas, cada vez que sientan la necesidad de maravillarse y compartir. Desde ese día, en el barrio de Doña Rosa, las amistades florecieron, y los juegos nunca volvieron a ser los mismos.

Y así es como Miau, Rayas, Nube y Pochito, con la ayuda de su nuevo grupo de amigos animals, aprendieron que la diversidad es lo que hace la vida más rica. Fin.

FIN.

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