El Gran Encuentro del Bosque
Había una vez, en un bosque lleno de colores y canciones, un grupo de amigos muy especial. Allí vivían Conejito Brinco, quien tenía orejas muy grandes para escuchar los secretos del viento; Tortuga Tina, que siempre iba despacio pero llegaba lejos; y Pajarito Pi, que solo tenía una ala, pero eso no le impedía soñar con volar alto.
Un día, los tres amigos se reunieron bajo un viejo árbol.
"¡Hola, amigo! ¿Qué aventuras haremos hoy?" - preguntó Conejito Brinco mientras movía sus orejas con entusiasmo.
"Me gustaría ir a explorar el otro lado del bosque" - respondió Pajarito Pi, que miraba hacia el cielo.
"Pero no tengo mucha fuerza para volar lejos."
"No te preocupes, Pajarito, yo te ayudaré" - dijo Tortuga Tina con su voz tranquila.
"Siempre llego a donde tengo que ir, aunque me tome mi tiempo."
Conejito Brinco tuvo una idea.
"¡Ya sé! Podemos construir algo que te ayude a volar más alto, Pajarito. Juntos, podemos encontrar lo que necesitemos."
Los amigos comenzaron a buscar materiales en el bosque. Conejito Brinco escuchaba atentamente los consejos del viento, mientras que Tortuga Tina recopilaba ramas y hojas.
Finalmente, Pajarito Pi sugería "¡Hagamos un ala grande y colorida!"
Tras mucho esfuerzo y trabajo en equipo, lograron hacer un par de alas para Pajarito.
"¡Listo!" - exclamó Conejito Brinco.
"Ahora puedes intentar volar. ¡Vamos!"
Pajarito Pi se sintió emocionado. Con la ayuda de sus amigos, se subió a una colina.
"Aquí voy... ¡Despego!" - gritó mientras saltaba. Sin embargo, al intentar elevarse, las alas no eran lo suficientemente resistentes y se cayeron al suelo con un suave
—"plop" .
"Ay, no funcionó, quizás es mejor que me quede en el suelo" - dijo Pajarito, decepcionado.
"No te rindas, Pi!" - le animó Conejito.
"A veces los primeros intentos no salen bien, pero eso no significa que no podamos intentarlo de nuevo."
Tortuga Tina, siempre sabia, agregó:
"Cada pequeño paso es importante. Lo importante es aprender de lo que pasó. ¿Qué tal si mejoramos las alas?"
Decidieron hacer un descanso y pensaron en cómo podían mejorar la idea. Después de un rato de conversaciones y risas, Pajarito Pi tuvo otra idea.
"Podríamos usar plumas del bosque. Son más livianas y coloridas. ¡Además, son perfectas para volar!"
Contentos, los tres amigos se pusieron manos a la obra. Conejito Brinco buscó plumas caídas por todo el bosque, Tortuga Tina traía diferentes tallos que encontraban, y Pajarito Pi, que ya tenía un poco más de confianza, ayudaba a unir todas las piezas.
Finalmente, el nuevo diseño de alas estaba listo. Era colorido y muy ligero.
"¡Ahora sí! Esta vez va a salir bien" - dijo Conejito mientras aplaudía con entusiasmo.
En la colina de nuevo, Pajarito Pi tomó una profunda respiración y comenzó a correr con la fuerza de Conejito Brinco mirando desde abajo. Al llegar al borde, dio un salto y con un gran esfuerzo, levantó el vuelo.
"¡Lo logré!" - exclamó, al sentir el aire debajo de sus alas.
"¡Veo todo el bosque! ¡Voy hacia la nube!"
Sus amigos lo miraban desde el suelo, llenos de orgullo.
"¡Sos el mejor, Pi!" - gritó Conejito, agitando sus orejas al viento.
Pero de repente, una ráfaga de viento sopló con fuerza.
"¡Ay, no!" - gritó Pajarito Pi mientras comenzaba a perder el control.
No quería asustar a sus amigos, así que se concentró.
"Debo recordar lo que aprendí."
Con un giro y un movimiento rápido, logró mantenerse en el aire y aterrizó suavemente cerca de sus amigos.
"¡Lo hice, amigos!" - grito Pajarito, saltando de alegría.
"Sus alas son geniales, pero lo que realmente ayuda es la confianza que tengo en ustedes y en mí mismo."
Conejito y Tortuga se abrazaron,
"¡Estamos tan orgullosos de vos, Pi! Pero, ¿qué hay de la lección de hoy?" - preguntó Tortuga Tina.
"Que juntos podemos hacer grandes cosas, y si algo no sale como lo planeamos, podemos aprender y mejorar" - contestó Pajarito.
Y así, con el viento cantando su melodía, los tres amigos continuaron viviendo aventuras juntos, sabiendo que siempre podrían contar con los demás, aprendiendo a nunca rendirse.
FIN.