El Gran Encuentro en el Bosque
En un hermoso bosque habitado por melodías de aves y el murmullo de un arroyo, Caperucita Roja caminaba alegremente hacia la casa de su abuela. Mientras tanto, los tres chanchitos estaban trabajando en su nuevo proyecto: construir una casa para todos los animales del bosque. Al mismo tiempo, Blancanieves, acompañada de sus siete cabrititos, recogía flores y disfrutaba del sol.
Una mañana, en medio de su camino, Caperucita se encontró con uno de los tres chanchitos, que estaba exhausto por el trabajo.
"Hola, pequeño chanchito, ¿por qué estás tan cansado?" - preguntó Caperucita.
"¡Hola, Caperucita! Estoy construyendo una casa nueva para mis amigos y yo. Pero hay tanto trabajo..." - respondió el chanchito, sacudiendo su poderosamente construida colita.
"¿Necesitas ayuda? Yo podría atraer a más amigos para que nos ayuden." - sugirió Caperucita con una sonrisa.
Los dos decidieron que lo mejor era reunir a todos los animales del bosque. Así, se pusieron en marcha. Primero encontraron a Blancanieves y sus siete cabrititos, que estaban jugando cerca del arroyo.
"¡Hola, Blancanieves! ¡Tenemos un gran plan!" - exclamó Caperucita.
"¿Qué es lo que tienen en mente?" - preguntó Blancanieves, intrigada.
"Los chanchitos están construyendo una casa para que todos podamos reunirnos. ¡Vamos a ayudar!" - añadió la pequeña.
Entusiasmados, los siete cabrititos también se unieron a la causa, saltando de emoción. Mientras tanto, el lobo, que observaba desde la distancia, estaba intrigado por tanto alboroto.
"¿Qué estarán tramando esos animales?" - murmuró el lobo, pensando en cómo podría sacar ventaja de la situación. Nadie lo quería cerca porque siempre estaba tratando de hacer de las suyas.
Con ayuda de todos, los chanchitos comenzaron a construir su nueva casa, pero el lobo se acercó sigilosamente.
"Bolos, ¿qué están haciendo? ¿Acaso tienen comida?" - preguntó el lobo, con voz dulce pero a la vez amenazadora.
Todos los animales se quedaron en silencio, sintiendo un escalofrío. Caperucita, con valentía, decidió hablar.
"Hola, lobo. Estamos construyendo un lugar donde todos podamos estar juntos. Pero no hay comida aquí, solo trabajo y diversión." - dijo Caperucita sin inmutarse.
El lobo se sintió sorprendido por su valentía, pero no quería rendirse.
"¿Y si les ayudo a construir la casa?" - sugirió el lobo, intentando parecer amigable.
Blancanieves, mirando a los cabrititos, sintió que no se podía confiar en él.
"¿Y por qué harías eso, lobo? Siempre has sido un problemático." - sintió la necesidad de preguntar.
El lobo tenía que pensarlo bien. Sabía que podía asustarlos, pero algo en su interior le decía que también era bueno ser parte de la diversión. Por un momento, se sintió solo y deseó tener amigos.
"Quizás... sólo quizás podría ayudar. Pero solo si me enseñan a hacer amigos también." - dijo el lobo, con una voz más suave.
Los chanchitos y los cabrititos intercambiaron miradas, y luego Caperucita hizo un gesto amable.
"Si nos ayudas, lobo, también podemos enseñarte sobre el trabajo en equipo y lo hermoso de compartir." - ofreció Caperucita con amabilidad, dándole una oportunidad a un nuevo comienzo.
El lobo, sorprendido, aceptó el desafío. Entonces, todos se pusieron a trabajar juntos, y poco a poco, la casa fue tomando forma. El lobo aprendió a colaborar, escuchando y disfrutando de la compañía.
Cuando la casa estuvo lista, todos celebraron. El lobo nunca antes había sentido tanta alegría al estar rodeado de otros. Caperucita se acercó.
"Ves, lobo. No hace falta hacer maldades para tener amigos. Todo empieza con una buena actitud y ganas de aprender."
Y así, el lobo, los chanchitos, Caperucita y Blancanieves disfrutaron de un nuevo hogar donde todos eran bienvenidos. Desde ese día, el bosque se volvió un lugar lleno de risas y amistad, alejando el miedo que alguna vez tuvo.
Todos aprendieron algo importante: a aceptar las diferencias y a trabajar juntos.
Y así, entre juegos, aventuras y trabajo en equipo, vivieron felices, cada vez más unidos y sin miedos.
FIN.