El Gran Encuentro en el Patio de Recreo



Era un día soleado en la escuela primaria del barrio donde todos los niños se reunían para jugar en el patio de recreo. Todos tenían sus juegos favoritos, pero este año, el patio parecía un poco diferente. Había un nuevo grupo de chicos que había llegado a la escuela, y algunos de los niños de siempre no estaban tan seguros de cómo integrarlos.

Entre los nuevos, estaba Sofía, una niña tímida con una enorme sonrisa y una gran idea. Cuando llegó la hora del recreo, decidió que era momento de hacer algo para unir a todos los chicos.

"¿Qué tal si hacemos un gran juego de la soga?" - sugirió Sofía.

"¿De la soga? Pero eso puede ser peligroso" - respondió Lucas, uno de los niños más grandes.

"No, espera, no es un juego peligroso si todos seguimos reglas, ¡y es super divertido!" - exclamó Sofía, animando a dar una oportunidad al juego.

"Además, podemos formar equipos mixtos. Así todos jugamos juntos y nos conocemos mejor", agregó Valentina, una de las más futboleras del grupo.

Al principio, algunos chicos se mostraron reacios. No querían jugar con los nuevos. Pero Sofía no se rindió.

"Vamos, sólo va a ser un rato. Y si no les gusta, podemos intentar otra cosa. Pero necesitamos formar equipos primero" - dijo, tratando de hacer que todos se sintieran incluidos.

Se formaron dos equipos, unos más grandes que otros, pero con muchas ganas de divertirse. Cuando empezaron, todos estaban emocionados.

"¡Uno, dos, tres! ¡Tiren!" - gritó Lucas mientras el juego comenzaba. La soga se tensó y los niños comenzaron a tirar.

Al principio, el equipo de Sofía estaba perdiendo. Pero de repente, Lucho, un chico nuevo que estaba callado hasta ese momento, gritó:

"¡Vamos, chicas! ¡No se rindan! ¡Tiren con toda su fuerza!".

Su energía contagió al equipo y comenzaron a ganar terreno. Después de varios intentos, finalmente lograron empatar. Todos estaban riendo y sudando, pero muy felices.

Cuando finalizaron, todos se sentaron en el suelo, agotados pero con sonrisas que iluminaban el patio. Sofía, respirando hondo, dijo:

"Vieron, ¡no fue tan malo! Jugar junto a todos hace que nos conozcamos más. ¿Quieren hacer un torneo de patio todos los miércoles?" - sugirió.

"¡Sí!" - respondieron al unísono todos, incluidos los que al principio se habían mantenido alejados.

En cada recreo posterior, los chicos empezaron a llevar nuevos juegos. Pero el juego de la soga se transformó en su favorito: había alegría, risas y sobre todo, una gran unión. Todos se iban con la sensación de que el patio de recreo era un lugar donde todos pueden ser amigos.

Un día, mientras jugaban, una tormenta inesperada se acercó y tuvieron que refugiarse en el salón. Para mantenerse ocupados, Sofía propuso un juego de adivinanzas. La idea fue tan bien recibida que los nuevos y los viejos amigos comenzaron a reírse juntos.

"Yo sé una: Es algo que vuela y tiene plumas, que es grande y hace: ¡cuac!" - dijo Lucho, haciendo una mímica de un pato.

"¡Un pato!" - gritaron todos a la vez.

El día se pasó volando y al final, cuando la tormenta pasó, Sofía dijo:

"¿Ven qué fácil es unirnos?" - Todos estaban de acuerdo, la amistad había florecido en unas pocas semanas.

Desde aquel día, el patio de recreo se llenó de risa y unión. Los nuevos amigos, y los de siempre, se volvieron inseparables. Y era gracias a una pequeña idea que Sofía había tenido, que cambió el rumbo de todos.

Y así, cada día se llenaba de sorpresas y de juegos, donde todos aprendían a disfrutar juntos. La amistad se había sembrado en sus corazones, y en su patio, el juego nunca se detenía.

FIN.

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