El Gran Encuentro en Palma
Era un soleado día en Palma, cuando Sofía, la mejor amiga de Valeria, llegó emocionada al hospital. Valeria iba a tener a su primer bebé, y Sofía no podía esperar para conocer a su sobrino.
"¡Hola, Valeria! Estoy tan feliz de verte", dijo Sofía mientras corría por el pasillo del hospital.
"¡Sofía! Ya era hora de que llegaras. ¡Tu sobrino te está esperando!", respondió Valeria con una sonrisa radiante.
Cuando Sofía entró a la habitación, vio a un pequeño envoltorio de mantas que se movía un poco. Valeria lo sostenía con cariño.
"Te presento a Nacho", dijo Valeria, con una mirada llena de amor.
Sofía se acercó lentamente, como si estuviera frente a un tesoro. Acarició la pequeña mano de Nacho.
"¡Es tan hermoso!", exclamó Sofía. "Te prometo que seré la mejor tía-amiga que puedas tener".
Desde ese día, Sofía estaba siempre al lado de Nacho. Lo quería tanto que a veces se olvidaba de que él necesitaba descansar.
"Mira, Nacho, hoy vamos a hacer una carrera de pañales. ¡Yo voy a ser la ganadora!". Sofía colocó unos almohadones en la cama, simulando una pista de carreras.
"No creo que sea la mejor idea, Sofía", intervino Valeria, intentando no reírse. "Nacho es solo un bebé".
Pero Sofía no se detenía. Ella toldaba a Nacho como si fuese un bebé aventurero, deseando que creciera rápido para enseñarle a jugar y correr.
"Vamos, Nacho, ¡juguemos a las escondidas!", y empezaba a ocultarlo detrás del sofá con un cojín.
"Sofía, él necesita un poco de silencio", dijo Valeria.
"Está bien..." dijo Sofía, un poco decepcionada, pero siempre con una sonrisa.
Días pasaron y, mientras Sofía seguía entusiasmada, la mamá de Nacho comenzaba a dudar de su energía interminable. El pequeño, a veces, se sentía abrumado por tanta atención. Un día, Nacho se puso a llorar cuando Sofía intentó convertirlo en un piloto de carreras.
"¿Qué le sucede, Valeria?", preguntó preocupada Sofía.
"Creo que a veces le resulta un poco agobiante tus juegos", explicó Valeria. "A veces, lo que necesita es un ratito de tranquilidad".
Sofía se sintió mal. No quería hacer sentir incómodo a Nacho. Así que decidió cambiar de enfoque.
"¡Ya sé! Prometo que hoy solo vamos a escuchar canciones y bailar suaves". Sofía eligió una melodía suave y empezó a balancear a Nacho, dejando que él la mirara con esos ojos brillantes.
"Eso es, Nacho. Es hora del baile lento", dijo Sofía, mientras Valeria sonreía satisfecha.
"¡Mirá! Lo está disfrutando, Sofía", comentó Valeria, apoyándose en el marco de la puerta.
A partir de ese momento, Sofía entendió que el amor también significaba saber escuchar y observar las necesidades de su pequeño amigo. Aprendió que aunque quería mucho a Nacho, a veces era importante hacer una pausa y dejarlo ser él mismo.
Mientras tanto, Nacho también fue creciendo y disfrutando del amor de su tía-amiga, sabiendo que siempre tendrían grandes aventuras juntos, pero que también habría momentos de calma en su viaje.
"¿Hoy hacemos una película de aventuras?", le preguntó Sofía a Nacho, ya un poco más grande.
"¡Sí!", respondió él sonriendo.
Sofía no sabía que, en el fondo, había aprendido la lección más importante de todas: el verdadero cuidado reside en el equilibrio entre el amor, la diversión y el respeto por los sentimientos del otro.
"Así que, ¿a dónde iremos hoy, compañero?", preguntó Sofía mientras ambos se acomodaban para disfrutar de su película, sabiendo que su amistad era más fuerte que cualquier juego.
Y así, Sofía y Nacho continuaron creando recuerdos, aprendiendo juntos, y sus días se llenaron de risas y ternura, demostrando que el amor siempre encuentra la manera de ser el mejor amigo, en cada etapa de la vida.
FIN.