El Gran Equipo de Ayuda
En un pequeño pueblo llamado Sonrisas, un grupo de amigos de diferentes edades se reunía todos los días después de la escuela en el parque. Eran: Leo, un niño muy curioso; Sofía, una niña con una gran habilidad para dibujar; Mateo, un amante de los animales; y Valeria, que siempre tenía una respuesta lógica para cada situación.
Un día, mientras jugaban, Leo notó algo extraño. "¡Miren eso!" - dijo señalando una cascada que normalmente estaba llena de agua, pero ahora parecía estar seca. "¿Por qué hay tan poca agua?" - preguntó.
Valeria, que siempre estaba preparada para resolver problemas, respondió: "Tal vez a la gente del pueblo no le importa, pero esto afecta a todos los animales y plantas".
Sofía, inspirada por las palabras de Valeria, dibujó un cartel que decía: "¡Ayudemos a nuestra cascada!". "Podemos hacer un gran equipo y encontrar la forma de arreglarlo" - sugirió.
Así nació la idea de formar el "Gran Equipo de Ayuda". Se pusieron manos a la obra y comenzaron a planificar su misión. El primer paso era hablar con los vecinos del pueblo.
Al llegar a la plaza, el grupo se acercó a Doña Elsa, la jardinera. "Doña Elsa, necesitamos su ayuda. Queremos cuidar de la cascada, pero no sabemos cómo hacerlo" - explicó Mateo. Doña Elsa sonrió. "¡Qué iniciativa tienen! Pero deben entender que este es un trabajo en equipo. Aquí hay un par de baldes para recoger agua del río y un par de mangueras también".
Los niños se miraron emocionados. "¡Gracias, Doña Elsa!" - exclamó Sofía. "¡Vamos a llenarlos!".
Sin embargo, la tarea no era tan fácil como parecía. Cuando llegaron al río, se dieron cuenta de que la corriente era más fuerte de lo que pensaban y los baldes comenzaron a volcarse. "¡No! ¡Esto no está funcionando!" - grito Leo frustrado.
Mateo, viendo que todos estaban desanimados, agregó: "¿Y si hacemos una cadena humana? Uno sostiene el balde mientras el otro lo llena". Los chicos se miraron, y la idea les pareció genial.
Después de algunas risas y varios intentos fallidos, finalmente formaron la cadena. Poco a poco, comenzaron a llenar los baldes y a llevar el agua de regreso a la cascada.
Al amanecer del siguiente día, la cascada ya empezaba a mostrar señales de vida. "¡Lo estamos logrando! Miren eso!" - dijo Valeria emocionada, apuntando al primer chorro de agua que emergía entre las piedras.
Pero el trabajo no había terminado. "Necesitamos asegurarnos de que esto se mantenga. Debemos hablar con los demás para que todos hagan su parte" - propuso Sofía.
Juntos, diseñaron otro cartel que decía: "Cuidemos la Cascada, nuestro espacio común". En las siguientes semanas, llegaron más niños, y familiares que vieron el esfuerzo y se unieron al Gran Equipo de Ayuda. Todos se comprometieron a llevar agua, plantar algunos árboles y cuidar lo que habían hecho.
Un día, mientras cuidaban de la cascada, se presentó un niño nuevo en el pueblo. "Hola, ¿puedo ayudar?" - preguntó con timidez. Valeria sonrió. "¡Por supuesto! Aquí todos son bienvenidos provenía de donde provenía ¡La amistad y la solidaridad son para todos!".
Con el tiempo, la cascada volvió a ser un lugar hermoso donde todos los habitantes de Sonrisas se reunían para disfrutar, jugar y compartir historias. El Gran Equipo de Ayuda no solo había regresado el agua a la cascada, sino que también había creado un sentido de comunidad en el pueblo.
Cada vez que los amigos se reunían, recordaban con orgullo cómo con esfuerzo, colaboración y buena voluntad, habían logrado grandes cosas juntos. Y así, el pueblo de Sonrisas prosperó, regado por la amistad y la solidaridad.
Cuando alguien preguntaba cómo habían logrado todo esto, Leo siempre contestaba, "Fue simple, solo teníamos que ayudarnos entre todos".
FIN.