El Gran Equipo de los Pequeños Guardianes



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Alegría, un grupo de amigos que formaba un equipo especial llamado Los Pequeños Guardianes. Sus integrantes eran Sofía, Tomás, Valentina y Mateo. Eran un grupo muy unido y, aunque eran solo niños, tenían un gran corazón y muchas ganas de ayudar a su comunidad.

Un día, mientras jugaban en el parque, Valentina exclamó: -¡Chicos! ¿Se dieron cuenta de que el parque se está llenando de basura? No es justo que nuestro lugar de juegos esté así. ¡Deberíamos hacer algo!

Sofía, siempre llena de ideas, respondió: -¡Tenés razón! Podríamos organizar una gran limpieza. Pero tenemos que planearlo muy bien para que todos vengan.

Tomás, que era el más chispeante del grupo, añadió: -Y también podríamos hacer una fiesta después para celebrar nuestra limpieza. Así la gente se animará a participar.

Mateo, el más pensador del grupo, comentó: -Pero tenemos que ser responsables. Si organizamos la fiesta, debemos asegurarnos de que la gente también limpie. No podemos dejar que se ensucie de nuevo.

Los cuatro amigos se reunieron para planear la limpieza del parque. Hicieron carteles coloridos llenos de dibujos y frases divertidas como: "¡Hagamos del parque un lugar feliz!" y "Los Pequeños Guardianes al rescate!". Estaban emocionados y decidieron ir de casa en casa invitando a sus vecinos.

El día de la limpieza llegó y, para su sorpresa, ¡un montón de niños y adultos se presentaron! -¡Hola, amigos! -gritó Sofía entusiasmada-. ¡Gracias por venir a ayudar!

Con gran ánimo, los Pequeños Guardianes explicaron a todos cómo iba a funcionar. -Cada uno tomará una bolsa y recogerá la basura en sus lugares favoritos del parque. Luego, al mediodía, tendremos la fiesta -dijo Mateo, mirando a todos con confianza.

Las horas pasaron y la tarea fue más divertida de lo que imaginaron. Cantaban canciones, hacían bromas y competían amistosamente por ver quién recogía más basura. La alegría y la risa eran contagiosas. Cuando terminaron, el parque brillaba y todos se sentían orgullosos.

-¡Lo logramos! -gritó Valentina, con los brazos en alto.

Entonces, llegó el momento de la fiesta. Sofía trajo pastelitos, Tomás se encargó de la música, Valentina decoró el lugar y Mateo hizo juegos para todos. -Esto es lo mejor de la limpieza -dijo Tomás mientras bailaba.

Sin embargo, cuando todos estaban disfrutando, un niño llamado Lucas, que solía estar solo, se acercó a ellos con una expresión triste. -Yo no sé si soy parte de este equipo… -murmuró Lucas.

Sofía, que siempre veía lo bueno en los demás, se acercó a Lucas y le dijo: -¡Claro que podés ser parte! ¡Todos somos guardianes de este lugar! ¿Querés ayudarnos en los juegos?

Lucas sonrió tímidamente y aceptó. Los Pequeños Guardianes le enseñaron a jugar y pronto se integró. Se dio cuenta de que ser parte de un equipo trae felicidad y, además, podía ayudar a cuidar de su mundo.

Al final del día, mientras todos se retiraban, Mateo se dirigió a sus amigos y dijo: -Lo mejor de todo no fue solo limpiar el parque, sino que hicimos un nuevo amigo y mostramos que la responsabilidad es divertida.

Todos coincidieron. Aprendieron que cuando se trabaja en equipo, la felicidad se multiplica y el mundo es un lugar mejor. Aquella experiencia los unió más y cada mes, continuaron organizando actividades para cuidar su querido parque. Así, Los Pequeños Guardianes se convirtieron en un ejemplo de responsabilidad y amistad para todo el pueblo de Alegría.

FIN.

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