El Gran Equipo del Pueblo
Era una vez un pequeño pueblo llamado Ciudadsonrisa, donde todos los días ocurrían cosas maravillosas gracias a sus habitantes. Pero había un gran problema: el edificio municipal estaba un poco olvidado, y los servicios públicos no funcionaban como debían. Por eso, un día, el alcalde, Don Ramón, decidió que era hora de actuar.
"¡Necesitamos más manos y corazones en nuestra ciudad!" - exclamó Don Ramón en la plaza del pueblo, donde todos los vecinos se habían juntado para escuchar sus palabras.
Los niños, curiosos, se acercaron al alcalde mientras los adultos murmuraban preocupados.
"¿Y cómo se hace eso, Don Ramón?" - preguntó Lila, una niña de siete años, con sus grandes ojos llenos de esperanza.
"Contratando personas que se ocupen de cuidar nuestra ciudad. Pero ser un buen empleado público no solo se trata de trabajar, sino de trabajar en equipo y amar a la comunidad" - respondió el alcalde.
Los habitantes de Ciudadsonrisa decidieron organizar una reunión en el centro comunitario para hablar sobre cómo seleccionar a las mejores personas para el trabajo.
"Podríamos hacer un desfile de talentos, donde cada uno muestre sus habilidades" - propuso Felipe, un joven con un gran amor por la jardinería.
"¡Genial!" - dijo Estela, la maestra de la escuela. "Podemos poner un puesto donde los niños enseñen a los adultos a jugar, porque jugar también es importante".
Así que los días pasaron y la gente del pueblo comenzó a prepararse para el gran evento. Crearon carteles, ensayaron sus habilidades y contaron con la ayuda de todos, incluyendo a los más pequeños. Pero algo inesperado sucedió justo antes del evento: un fuerte viento se llevó la mayoría de los carteles y algunos decorados.
"¡Ay no! ¿Qué haremos ahora?" - se lamentó Estela, mirando las hojas voladoras.
"No hay que rendirse, lo podemos arreglar juntos" - dijo Lila con determinación. "Podemos hacer nuevos carteles con lo que tenemos. Este es un trabajo en equipo".
Así, en vez de desanimarse, los habitantes de Ciudadsonrisa comenzaban a hacer nuevos carteles con materiales reciclables y pintando con colores brillantes. El día del desfile, el pueblo se llenó de música, risas y colores. Todos mostraron sus talentos: hubo danza, teatro, jardinería y hasta una sección donde los niños enseñaron a los adultos a jugar a la rayuela. Al final del evento, cada persona por su talento recibió una medalla simbólica, y lo más importante: el respeto y el cariño del pueblo.
Cuando el desfile terminó, Don Ramón se acercó al micrófono.
"Estoy tan orgulloso de todos ustedes. Hemos encontrado un montón de personas talentosas, y la mejor parte es que hemos trabajado juntos como un gran equipo. Ahora es tiempo de juntar a todos y ver quién será parte del nuevo equipo del pueblo".
Tras la elección, fue emocionante ver cómo cada nuevo miembro del personal comenzó a trabajar. Desde las personas que se encargaron del mantenimiento de los parques, a los que organizaban las actividades culturales. Todo iba espectacular, hasta que un día se dieron cuenta de que había un problema. Las flores del parque estaban marchitas.
"¡Ay, qué pena!" - se lamentó Felipe. "¿Qué le sucedió a nuestro jardín?"
Los integrantes del equipo se preocuparon y empezaron a investigar. Pronto descubrieron que habían estado regando las plantas, pero se olvidaron de preguntar cómo cuidarlas correctamente.
"Necesitamos más conocimiento sobre las plantas, podríamos invitar a un jardinero experto para que nos enseñe" - sugirió Lila.
Todos estuvieron de acuerdo y pronto el jardinero llegó al pueblo. Era un hombre mayor que conocía todo sobre las plantas.
"Las flores necesitan el amor y cuidado correcto para crecer" - les enseñó. "Hay que tocar la tierra, conocer sus necesidades y practicar la paciencia".
Inspirados, el equipo trabajó aún más unido, aplicando lo aprendido. Con el tiempo, las flores comenzaron a florecer de nuevo, llenando de color y alegría la ciudad.
Desde entonces, los habitantes de Ciudadsonrisa nunca olvidaron que el éxito no solo venía del esfuerzo individual, sino del trabajo en equipo, el aprendizaje y la confianza.
Así, el pueblo se convirtió en un lugar aún más feliz, donde todos, niños y adultos, trabajaban juntos para cuidar su hogar, porque cada uno era esencial en la construcción de un lugar mejor. Y así, en Ciudadsonrisa, creyendo en el poder del trabajo en equipo, cada día era un nuevo comienzo.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.