El Gran Escape de la Escuela Abandonada
Era una noche oscura y tormentosa cuando tres amigos muy peculiares se encontraron atrapados dentro de una escuela abandonada. Uno era un fantasma llamado Fantasio, que podía flotar y atravesar paredes. El segundo era Frankenstein, un monstruo bondadoso hecho de partes de otros seres, que tenía una gran fuerza. Y la tercera era una momia llamada Mumi, que estaba envuelta en vendajes antiguos y tenía mucha sabiduría.
— ¡Ay, no puedo creer que estemos atrapados! —exclamó Mumi, revolviéndose en sus vendajes.
— ¡No me digas! Yo pensé que esto era una fiesta de disfraces! —dijo Fantasio, girando en círculos mientras flotaba.
— ¡Espera! —gritó Frankenstein con su profunda voz—. Debemos pensar en una solución para salir de aquí antes de que amanezca.
Fantasio miró a su alrededor buscando una salida, pero solo veía viejas puertas y ventanas cubiertas de polvo.
— Quizás podamos hacer un mapa de la escuela. Tal vez haya una forma de encontrar la salida —sugirió Mumi, mientras desenrollaba un trozo de papel de su vendaje.
— ¡Buena idea! —dijo Fantasio emocionado—. Vamos a explorar juntos. Debemos trabajar en equipo.
Los tres amigos comenzaron a recorrer la oscuridad de la escuela, iluminando su camino con el resplandor de una linterna que Fantasio había encontrado en una vieja mochila. Las sombras se alargaban y los ecos resonaban por los pasillos.
En su búsqueda, llegaron a un gran salón con una pizarra cubierta de polvo. Mumi se acercó y comenzó a escribir con un trozo de tiza que encontró.
— ¡Miren! Este puede ser el mapa —dijo mientras garabateaba—. Si seguimos este camino, podríamos encontrar una salida.
Pero mientras avanzaban por el recorrido que Mumi había dibujado, se encontraron con una puerta cerrada.
— ¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Fantasio, que no podía tocar la puerta.
— Tal vez yo pueda romperla —ofreció Frankenstein, levantando sus poderosos brazos.
— Espera, no hace falta romper nada —interrumpió Mumi—. Debemos buscar la clave. Quizás esté escondida en algún lugar de esta escuela.
Así que decidieron buscar la clave. Recorrieron clases llenas de pupitres apilados y armarios olvidados. En el aula de ciencias, encontraron un frasco misterioso. Fantasio, curioso, se acercó.
— Vos decís que esto puede ser importante... —dijo, mirando el frasco lleno de polvo.
— No te acerques, podría ser peligroso —advirtió Mumi con preocupación.
— Esperen, esperen —dijo Frankenstein mirando hacia una bella ventana rota—. ¿Y si hacemos ruido y llamamos la atención de alguien?
— Pero estamos solos —respondió Mumi, mirando a su alrededor—. No hay nadie aquí. Estamos atrapados.
Fantasio tuvo una idea. Se acercó a la ventana rota y empezó a hacer ruido.
— ¡Hola! ¡Ayuda! ¡Estamos atrapados! —gritó, esperando que alguien lo escuchara.
De pronto, escucharon un sonido a sus espaldas. Era un grupo de criaturas amistosas que vivían en los alrededores de la escuela. Al ver a Fantasmas, a Frankenstein y a Mumi, se acercaron con curiosidad.
— ¿Qué les pasó? —preguntó una pequeña criatura amarilla con ojos enormes.
— Estamos atrapados, necesitamos ayuda —respondió Mumi, aliviada de ver otros amigos.
Ellos sonrieron, y uno de ellos dijo:
— No se preocupen, tenemos una llave mágica que abre cualquier puerta.
Los nuevos amigos sacaron una llave brillante y dorada, y la llevaron hasta la puerta cerrada. Con un giro suave, la puerta se abrió con un crujido.
— ¡Lo logramos! —gritaron todos juntos.
— Pero antes de irnos, debemos recordar que siempre trabajando juntos se va más lejos —dijo Mumi, sonriendo.
Así, todos se despidieron de la escuela, pero prometieron regresar a jugar con sus nuevos amigos. Al salir, el sol comenzaba a salir, iluminando el mundo con nuevos colores. Fantasio, Frankenstein y Mumi se sintieron agradecidos por la ayuda, y aprendieron que la amistad y la cooperación son la clave para resolver cualquier problema.
Desde ese día, nunca más se sintieron solos ni asustados, sabían que siempre había una manera de salir adelante cuando se tienen buenos amigos a tu lado.
FIN.