El gran escape del tapir pequeño



En la selva de Misiones, vivía un tapir pequeño llamado Tito. Tito era curioso y soñador, siempre anhelando una vida llena de aventuras y risas. Un día, mientras exploraba entre los árboles, escuchó un ruido extraño.

"¿Qué es ese ruido?" - se preguntó Tito, sus orejas se aguzaron. Entonces, ante sus ojos, vio a un grupo de cazadores acercándose con trampas.

"¡Rápido! ¡Es hora de escapar!" - dijo su amiga la rana Leila, mientras saltaba de rama en rama.

"¿A dónde vamos, Leila?" - preguntó Tito, algo asustado.

"Vamos a buscar la reserva ecológica, ahí estaremos a salvo y podremos vivir felices. Escuché a los aves decir que es un lugar lleno de vida y amigos" - respondió Leila con determinación.

Tito y Leila corrieron hacia el claro del bosque. En su camino, se encontraron con un grupo de animales que también estaban huyendo de los cazadores: una tortuga llamada Tula, un perezoso llamado Pablo, y un loro llamado Lalo.

"¡Nos debemos unir!" - exclamó Lalo. "Juntos seremos más fuertes para encontrar la reserva ecológica".

"Sí! No me gustan los cazadores. Solo quieren capturarnos. ¡No!" - dijo Pablo con su voz lenta y perezosa.

Los cinco animales formaron un valiente grupo y decidieron que su primera parada sería el río.

"¡El agua fresca nos dará fuerzas!" - sugirió Tula mientras se movía lentamente, pero con decisión hacia el río.

Al llegar, Tito tuvo una idea brillante.

"Podemos nadar y escondernos bajo el agua si los cazadores llegan aquí" - propuso.

Todos asintieron y saltaron al agua, dejando que la corriente los llevara un poco. Sin embargo, mientras nadaban, escucharon un sonido aterrador: ¡los cazadores estaban en sus talones!"¡Nademos más rápido!" - gritó Leila, mientras batía sus pequeñas patas.

El grupo logró escapar, pero sabían que aún estaban en peligro. Al salir del río, decidieron seguir unos senderos ocultos entre los arbustos.

"Esto es como un juego de escondidas" - rió Tito, sintiéndose un poco más valiente.

Tras horas de caminar, llegaron a una zona de altos árboles donde pudieron descansar. Estaban cansados, pero todavía no habían encontrado la reserva.

"¿Y si nos perdemos?" - preguntó Tula preocupada.

"¡No podemos dudar!" - respondió Lalo. "Necesitamos encontrar el camino juntos. Vean, las aves están volando hacia el oeste, quizás ahí esté la reserva".

Los animales seguirían a las aves, así que retomaron su marcha. Sin embargo, el camino no era fácil. Pasaron por un espeso matorral, donde se les hizo difícil avanzar.

"Podemos trabajar juntos. Tula puede ayudar a abrir el paso con su caparazón" - sugirió Pablo.

Y así, uno a uno, se ayudaron. Tito empujó ramas, Leila saltó a los costados para señalar el camino y el grupo logró salir del espeso matorral.

Finalmente, tras un largo día de aventuras, llegaron a la cima de una colina. Desde allí, pudieron ver un paisaje impresionante. Un valle lleno de árboles frondosos, flores de colores y, lo más importante, un enorme letrero que decía: "Reserva Ecológica – ¡Bienvenidos!"

"¡Lo logramos!" - gritó Tito emocionado.

"¡Sí! Llevamos un gran equipo!" - agregó Leila.

Descendieron rápidamente hacia el valle y, cuando entraron en la reserva, su alegría no tuvo límites. Allí no había cazadores, solo otros animales que los recibieron con abrazos y risas.

"¡Bienvenidos a casa!" - dijeron los habitantes de la reserva.

Todos se sintieron realmente felices. Tito, Leila, Tula, Pablo y Lalo sabían que, a pesar de los miedos y obstáculos, el trabajo en equipo y la valentía siempre conducen a un destino mejor.

"Ahora sí, a vivir felices en esta hermosa reserva" - dijo Tito, mientras miraba a sus nuevos amigos.

Y así, el tapir pequeño y sus amigos comenzaron una nueva vida llena de aventuras, risas y, sobre todo, libertad en su nuevo hogar, la reserva ecológica.

FIN.

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