El Gran Escondite de Dahiana y sus Hermanos
Era una tarde soleada en el barrio de Villa Alegre, y Dahiana, una niña de siete años llena de energía, decidió que era un día perfecto para jugar con sus hermanos, Tomás y Sofía. "¡Vamos a jugar al escondite!"-, exclamó Dahiana con una sonrisa radiante. Sus ojos brillaban de emoción por la idea de la aventura que les esperaba.
"¿Y quién será el que busque primero?" -, preguntó Tomás, que tenía diez años y siempre buscaba ser el primero en todo.
"Yo, yo, yo!" -, gritó Sofía, la más pequeña de todos, con apenas cinco años. Aunque ella siempre quería jugar, a veces se daba cuenta de que podía ser un poco más lento para encontrar los escondites. Pero no le importaba.
Dahiana decidió que sería la que buscaría. "Cuento hasta veinte y ustedes se esconden, ¿está claro?" -
Ambos asintieron rápidamente. "¡Uno, dos, tres...!" - Dahiana comenzó a contar mientras Tomás y Sofía corrían en diferentes direcciones, tratando de encontrar el mejor lugar para ocultarse.
Tomás se deslizó detrás de un arbusto grande en el jardín de la abuela, donde siempre se sentía seguro. "Aquí no me va a encontrar nunca" -, pensó él, tratando de no hacer ruido. Sofía, por otro lado, se metió dentro de un viejo cochecito de juguete que había en el patio. Al principio parecía que había elegido el mejor escondite, pero pronto notó que la tapa se le había atascado.
"¡Oh no!" - se preocupó Sofía. Se sentía un poco atrapada, pero pronto, recordó lo que su mamá siempre les decía: "Si te encuentras en un aprieto, respira hondo y piensa en una solución". Así que tomó un respiro profundo y trató de abrir la tapa.
Mientras tanto, Dahiana seguía contando. "Diecinueve, veinte... ¡Listo! ¡Ahí voy!" - gritó mientras empezaba a buscar. Durantela búsqueda se acercó a donde estaba Tomás, que seguía muy concentrado.
"¿Dónde se podrá esconder Sofía?" - pensó Dahiana en voz alta. Tan concentrada estaba en encontrar a su hermanita, que decidió dejar a Tomás por un momento. "No puedo desperdiciar tiempo, ¡tengo que encontrarla primero!" -
Sofía seguía luchando con la tapa del cochecito, y en medio de su lucha, escuchó risas. "¿Esa es la voz de Dahiana?" - pensó la pequeña. Entonces, con un empujón que le dio a la tapa, logró salir.
Dahiana estaba a punto de rendirse. "¿Sofía dónde estás?" - gritó.
"¡Aquí estoy!" - exclamó Sofía, agitando sus manitas. Dahiana se dio la vuelta y, al ver a su hermana emergiendo, soltó una risa contagiosa.
"¡Te encontré!" - exclamó, mientras Sofía corría hacia ella, llena de felicidad.
Pero Tomás se sintió un poco celoso. "Yo todavía me estoy escondiendo. ¡No vale!" - protestó, saliendo de detrás del arbusto.
"¡Sorpresa!" - le gritaron ambas. Tomás no pudo evitar reírse y se unió a ellas.
"Mejor cambiamos de juego", sugirió Dahiana. "¿Qué tal si jugamos a construir una fortaleza con estas cajas?" -
"¡Sí!" - gritaron juntos. Así que los tres se pusieron a apilar cajas, almohadas y mantas. Crearon una gran fortaleza en el jardín, justo a tiempo para que su mamá los llamara para merendar.
Durante la merienda, Dahiana sonrió y dijo: "Hoy fue un día increíble. ¡Aprendí que aunque a veces me puedo frustrar, siempre puedo encontrar una solución, como lo hizo Sofía!" -
Tomás tomó un sorbo de su jugo y dijo: "Y que siempre es mejor jugar juntos que esconderse todos por separados".
"Sí, porque cuando estamos juntos, ¡la diversión nunca se acaba!" - añadió Sofía entre risas.
La tarde terminó con risas y juegos, recordándoles que la diversión y la unión entre hermanos era la mejor aventura de todas.
FIN.