El Gran Escondite de los Hermanos
Era una tarde soleada en la casa de los Gómez. Los cuatro hermanos, Mirell, Isabella, Aarón y Elías, habían decidido jugar al escondite, su juego favorito. Con sonrisas en sus caras y risas que llenaban el aire, se asignaron los roles. Mirell, la hermana mayor, sería la que contaría mientras los demás se escondían.
"¡Uno, dos, tres!" gritó Mirell, mientras los demás corrían a buscar sus mejores escondites.
Isabella, la más pequeña, se escondió detrás del sofá en la sala, con la esperanza de que su hermana no la encontrara tan rápido. Aarón, que siempre le gustaba desafiar las reglas, decidió meterse dentro de un armario. Por otro lado, Elías, el más travieso de todos, encontró el lugar perfecto: el baño, donde se metió detrás de la cortina de la ducha, esperando que su hermana no lo descubriera.
Mirell terminó de contar y empezó a buscar.
"¡Aarón! ¡Isabella! ¡Elías! ¡Dónde están ustedes!" decía mientras recorría la casa.
Primero, se dirigió a la sala. Allí, se asomó detrás del sofá y encontró rápidamente a Isabella.
"¡Te encontré, Isabella! ¡No vale esconderse ahí!" dijo Mirell riendo.
"¡Ay, okay!", respondió Isabella, escapando de su escondite.
Luego, Mirell fue hacia la habitación de Aarón. Con una sonrisa astuta, giró la perilla del armario y lo abrió.
"¡Wis, Wis! ¡Sorpresa! ¡No te vale esconderte aquí!" exclamó mientras Aarón se reía a carcajadas.
"¡Pero era una buena idea!" contestó Aarón, saliendo rápidamente.
Ya solo quedaba Elías. Mirell comenzó a buscar más intensamente, revisando cada rincón de la casa, pero Elías era un experto en esconderse.
"Hmm... ¿dónde puede estar Elías?" pensaba en voz alta Mirell, ahora un poco preocupada.
Mientras tanto, el pequeño estaba disfrutando de su victoria escondido entre las toallas.
Después de unos minutos, Mirell recordó algo.
"¡Espera! ¿Y si está en el baño?". Corrió hacia allí y escuchó algo extraño. Una risita ahogada.
"¡Elías!" dijo, abriendo la cortina del baño. ¡Lo había encontrado!
Todos se reunieron en la sala, riendo y compartiendo sus experiencias de esconderse.
"Fuimos un buen equipo, ¿verdad?" comentó Mirell.
"Sí, pero yo soy el mejor para esconderme, ¡jamás me encontraron!" respondió Elías orgulloso, haciendo una mímica de una gran escapada.
Aarón, que siempre tenía ideas creativas, dijo:
"¿Y si hacemos un nuevo juego? Cada uno tiene que contar una historia de un lugar donde se escondió. ¡Así podemos inspirarnos para el próximo escondite!".
Mirell sonrió ante la idea.
"Eso suena genial, Aarón. Yo me escondí en el espacio por tantas horas, que el planeta Tierra me llamaba. ¡Y ya no sabía cómo volver!"
"Yo me escondí en un bosque encantado, donde los árboles me contaban secretos" agregó Isabella, entusiasmada.
"Y yo, como un aventurero, me escondí detrás de una montaña parece que el eco me decía que saliera!" comentó Elías.
Así, cada uno compartió su historia, llenando la casa de imaginación y risas. Aprendieron que no solo se trata de ganar, sino de disfrutar el tiempo juntos, imitando a esos seres fantásticos que todos llevaban dentro.
Finalmente, los cuatro hermanos concordaron en que lo más valioso no era sólo encontrar un buen escondite, sino el tiempo compartido y la creatividad que podían traer a su juego. Además, cada uno se sintió inspirado por los mundos que habían creado con sus historias, prometiendo que la próxima vez, su escondite sería aún más emocionante y lleno de sorpresas.
Y así, el gran escondite de los Gómez no solo se convirtió en un juego, sino en una puerta a grandes aventuras juntos, donde cada unito podía ser lo que quisiera ser.
"¡Nos vemos en la próxima aventura!" dijeron juntos, riendo mientras se preparaban para otro juego, siempre llenos de creatividad e imaginación.
FIN.