El Gran Festín de la Selva
En un rincón del bosque vivían una vaca llamada Lía y un conejo llamado Toto. Eran los mejores amigos y siempre se ayudaban entre sí. Un día, Lía dijo:"Toto, hoy quiero invitar a todos mis amigos a un festín. ¡Será el mejor evento de la selva!"
Toto saltó emocionado:"¡Sí, sí! Vamos a hacer una gran fiesta con muchas comidas ricas para todos!"
Así que comenzaron a preparar el festín. Lía empezó a reunir pasto fresco y cuevas de heno, mientras que Toto recogía frutas y algunas verduras del jardín. Mientras tanto, en la selva, un león llamado Leo y un perro llamado Max estaban conversando.
"¿Sabías que Lía y Toto están organizando un festín?" dijo Leo, frotándose la melena dorada.
"Sí, lo escuché. ¡Es una buena oportunidad para probar algunos bocados diferentes!" respondió Max con la lengua afuera.
La noticia del festín se esparció rápidamente y pronto llegaron invitados de todos lados. Había un oso llamado Baloo, que disfrutaba de miel y frutas, y una rata llamada Kiki, que estaba fascinada por todas las delicias.
"Hola, amigos! Me muero por probar el cebo de pasto nuevo!" exclamó Kiki al ver el banquete.
"Y yo quiero algo de miel!" dijo Baloo, moviendo su barrigón.
Sin embargo, cuando el festín estaba a punto de comenzar, se escuchó un estruendo. Era una tormenta inminente. Las nubes oscuras comenzaron a tapar el sol, y todos los animales se miraron preocupados.
"¿Qué haremos con nuestra fiesta?" gritó Toto, con los ojos muy abiertos.
"No podemos dejar que nos arruine el gran festín!" respondió Lía decidida.
"¡Propongo que nos refugiemos en la cueva de Baloo hasta que pase la tormenta!" sugirió Kiki.
Todos estuvieron de acuerdo y se apresuraron a entrar en la cueva. Estando allí, Leo y Max conversaban sobre la importancia de la comunidad.
"Parece que aunque seamos diferentes, siempre nos reunimos en momentos especiales!" dijo Max.
"Es cierto, amigo. Hay que valorar lo que cada uno aporta a nuestra selva!" respondió Leo.
Antes de que se dieran cuenta, la lluvia empezó a caer. Sin embargo, la cueva se llenó de calidez, risas y un espíritu de unidad. Así, los amigos empezaron a compartir sus historias y sus sueños.
"Yo siempre he querido saber cómo se vive en la cueva!" dijo Toto emocionado.
"Y yo quiero aprender a saltar tan alto como tú!" respondió Baloo.
Cuando la tormenta finalmente cesó, el sol regresó y un hermoso arcoíris se dibujó en el cielo. Con la lluvia venía la idea del verdadero festín.
"¡Vamos a compartir lo mejor de nosotros!" dijo Lía.
"¡La comida ya no importa tanto como estar juntos!" agregó Kiki.
Al salir de la cueva, todos estaban llenos de alegría y deseos de jugar. Comenzaron a festejar sin preocupaciones y a disfrutar de la compañía mutua. Aunque algunos eran carnívoros y otros herbívoros o omnívoros, descubrieron que las diferencias los hacían únicos y que juntos podían celebrar de muchas maneras.
"¡Por la amistad y la diversidad!" gritó Baloo levantando su pata.
Y así, el gran festín se convirtió en una maravillosa celebración de amistad y unidad, donde cada uno aportó algo especial. Desde ese día en adelante, los habitantes de la selva siempre recordaron que la verdadera felicidad se encuentra en compartir y disfrutar de la diversidad de la vida.
Y así concluye la historia de Lía, Toto, Leo, Max, Baloo y Kiki, quienes aprendieron que juntos eran más fuertes y llenos de alegría.
**Fin**
FIN.