El Gran Festival de Artes
En un colorido pueblo llamado Artelandia, donde cada rincón tenía un toque especial de creatividad, vivían un grupo de amigos apasionados por el arte. Mariangel y Sabrina soñaban con ser grandes cantantes, Martín y Victoria se pasaban las tardes pintando paisajes maravillosos, Luciana, Antonella y Yasser no podían resistirse a la música y siempre estaban bailando, y Axel, Matías, Camilo y Fabrizio disfrutaban de contar historias que hacían reír y soñar a todos.
Un día, mientras jugaban en la plaza del pueblo, Mariangel exclamó:
"¡Chicos! ¿Qué les parece si organizamos un festival de artes? Así cada uno puede mostrar su talento y compartirlo con todos!"
Sabrina, emocionada, grimió:
"¡Sí! Podríamos cantar, pintar, bailar y contar historias todos juntos!"
Los demás amigos se unieron al entusiasmo, y comenzaron a planear el gran evento. Cada uno eligió lo que haría:
"Yo pinta un mural gigante con todas nuestras aventuras", sugirió Martín.
"Y yo cantaré una canción sobre el festival", agregó Mariangel.
"Nosotros bailaremos al ritmo de la música", dijo Luciana con una gran sonrisa.
"Y nosotros contaremos historias que inspiren a todos", añadió Axel.
Sin embargo, a medida que se acercaba la fecha del festival, los amigos comenzaron a preocuparse.
"¿Y si a la gente no le gusta lo que hacemos?" se preguntó Victoria, mirando sus pinturas con duda.
"No quiero decepcionar a nadie", confió Sabrina, sintiendo un nudo en el estómago.
La inseguridad se apoderó de ellos, y comenzaron a pensar en cancelar el festival. Pero de repente, apareció en la plaza Owe, un anciano sabio que siempre sabía qué decir.
"¿Por qué tan tristes, chicos?" preguntó con una voz amable.
Los amigos compartieron sus miedos, y Owe sonrió.
"El arte no es solo sobre lo que otros piensen de ustedes. El arte es una expresión de quiénes son y cómo se sienten. Si lo hacen con el corazón, siempre va a ser hermoso".
Las palabras de Owe iluminaron sus rostros, y decidieron no dejarse llevar por sus temores.
"Vamos a divertirnos y a mostrar lo que amamos hacer!", propuso Camilo, llenando el ambiente de entusiasmo nuevamente.
Finalmente, llegó el día del festival. Cada rincón de Artelandia estaba decorado con colores vibrantes, y la gente del pueblo comenzó a congregarse en la plaza.
La primera en subir al escenario fue Mariangel, sosteniendo micrófono en mano.
"¡Hola a todos! Hoy les cantaremos algo que hemos creado, ¡esperamos que les guste!"
Sabrina se unió a ella, y juntas comenzaron a cantar una hermosa melodía que hizo que la gente sonriera y aplaudiera.
Luego llegó el turno de Martín y Victoria, quienes presentaron su mural.
"Este mural representa nuestras aventuras juntos. Esperamos que puedan ver la belleza en cada pincelada", dijeron mientras los espectadores se acercaban para admirar la obra.
Luciana, Antonella y Yasser también deslumbraron con un baile lleno de energía que hizo que el público se levantara a bailar con ellos.
"¡Bailen con nosotros y siéntanse libres!" gritó Yasser, provocando risas y alegría.
Por último, Axel, Matías, Camilo y Fabrizio cautivaron a todos con un cuento épico que hizo que los más pequeños quedaran fascinados.
"¡Y en el final de la historia, todos aprendieron que ser uno mismo es el mejor regalo de todos!" concluyó Axel, mientras el público estallaba en aplausos.
Al finalizar el festival, los amigos se abrazaron, llenos de felicidad.
"Lo logramos, y fue increíble", dijo Mariangel.
"Sí, todos disfrutamos, y eso es lo que importa", concluyó Victoria.
"Estamos más unidos que nunca", añadió Luciana.
Desde aquel día, el festival de artes se convirtió en una hermosa tradición en Artelandia, donde cada año, los chicos y todos los habitantes celebraban la belleza del arte y la alegría de ser quienes son.
Y así, Mariangel, Sabrina, Martín, Victoria, Luciana, Antonella, Yasser, Axel, Matías, Camilo, y Fabrizio aprendieron que el arte era una forma de conexión, de expresar lo que llevaban dentro y, sobre todo, de celebrar la amistad.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.