El Gran Festival de Colores
En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, todos los días eran grises y monocromáticos. Sin embargo, había un grupo de niños aventureros que soñaban con un mundo lleno de colores. La líder del grupo, Sofi, era una niña curiosa y entusiasta. Un día, mientras jugaban en el parque, Sofi tuvo una idea brillante.
"¿Y si pudiéramos traer colores a nuestro pueblo?" - propuso emocionada.
"Sí, pero ¿cómo lo haríamos?" - respondió Tomi, su mejor amigo, rascándose la cabeza.
"Podemos buscar a la Mágica Mariposa del Color. Se dice que vive en la cima de la Montaña Brillante," - sugirió Lucía, otra amiga del grupo.
Contagiados por la emoción, los niños decidieron embarcarse en esa aventura. Prepararon mochilas con bocadillos y lápices de colores, ya que creían que la mariposa podía ayudarles. Al llegar a la Montaña Brillante, encontraron a un viejo guardabosques.
"¿A dónde van, pequeños?" - preguntó con curiosidad.
"Vamos a buscar a la Mágica Mariposa del Color para que nos ayude a llenar de colores nuestro pueblo," - respondió Sofi con determinación.
"¿Y qué harán si la encuentran?" - interrogó el guardabosques, intranquilo.
"Haremos que todos en Arcoíris sean felices y llenos de color," - respondieron al unísono.
Después de superar varias pruebas en su camino, como cruzar un puente hecho de hojas y resolver acertijos de un búho sabio, finalmente llegaron a la cima de la montaña. Allí, encontraron un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores. En el centro, había una mariposa gigante con alas que brillaban como un arcoíris.
"¡Hola, pequeños aventureros!" - dijo la Mariposa del Color. "¿Qué les trae a mi jardín?" -
"Queremos llenar nuestro pueblo de alegría y colores, pero no sabemos cómo hacerlo," - explicó Tomi, un poco nervioso.
La mariposa movió sus alas, y el viento sopló suavemente.
"Hay un secreto en cada color, cada uno representa una emoción. Para llenar su mundo de colores, deben entender qué emociones quieren compartir. ¿Qué colores eligen y por qué?" -
Los niños pensaron y comenzaron a compartir sus ideas.
"Quiero el rojo porque simboliza la pasión y el amor," - dijo Sofi.
"Yo elijo el azul porque representa la paz y la tranquilidad," - añadió Lucía.
"Y yo elijo el amarillo, que irradia alegría y felicidad," - dijo Tomi, llenándose de entusiasmo.
La mariposa sonrió.
"Entiendan que no se trata solo de pedir colores, chicos. Si quieren que su pueblo sea colorido, deben compartir esas emociones con los demás. ¿Están dispuestos a hacerlo?" -
"¡Sí!" - respondieron todos.
Con un simple movimiento de sus alas, la mariposa dispersó polvo de colores sobre los niños, otorgándoles la energía necesaria para llevar de vuelta esos colores al pueblo. Al regresar a Arcoíris, se reunieron con los demás niños y empezaron a compartir sus emociones y a crear actividades:
- Pintaron murales llenos de rojos, azules y amarillos.
- Organizaron juegos donde cada color representaba una emoción que debían expresar.
- Hicieron música con instrumentos que llenaban el aire de risas y alegría.
Y así, poco a poco, el pueblo comenzó a llenarse de colores. Cuando la gente sonreía, el azul del cielo parecía más brillante, y cuando compartían amor, el rojo se encendía en cada rincón.
Finalmente, Arcoíris se convirtió en un lugar donde los colores nunca se acababan porque las emociones eran compartidas todos los días. Los niños aprendieron que los colores no son solo pigmentos, sino representaciones de lo que llevamos dentro.
Sofi, Tomi y Lucía miraban su pueblo lleno de colores y sonrisas, sabiendo que ellos, gracias a su valentía y trabajo en equipo, habían traído de vuelta la magia que tanto deseaban. Y así, en el pequeño pueblo de Arcoíris, los colores nunca desaparecieron, porque siempre había alguien dispuesto a compartir su alegría, amor y paz.
Desde ese día, cada año se celebraba el Gran Festival de Colores, donde todos venían a recordar la importancia de expresar sus emociones y a disfrutar juntos en un mundo lleno de alegría.
FIN.