El Gran Festival de Culturas
Era un día soleado en la pequeña escuela de la Ciudad de los Colores, donde los alumnos del tercer grado se preparaban para un evento muy especial. El director de la escuela, el señor Ramírez, había convocado a todos los estudiantes para celebrar el primer Gran Festival de Culturas.
"¡Niños! ¡Hoy vamos a celebrar nuestras diferencias y aprender unos de otros!", anunció el señor Ramírez con una gran sonrisa.
Los chicos se miraron entre sí, llenos de emoción. En el salón de clase, la profesora Elena les explicó que cada uno de ellos podía representar su cultura familiar. Todos empezaron a pensar en lo que podían hacer.
"Yo soy de familia italiana. Podría traer pasta y contarles sobre la pizza", dijo Luca, moviendo las manos emocionado.
"Yo soy de Argentina, ¡puedo bailar un tango!", agregó Valentina con entusiasmo.
"Mis abuelos son de México, podríamos hacer un cuento sobre la historia de la Llorona", susurró Sofía.
Mientras cada uno pensaba en cuál sería su presentación, Tomás, un nuevo alumno, estaba callado en su rincón.
"¿Y vos, Tomás? ¿De dónde sos?", le preguntó Valentina.
Con timidez, Tomás respondió:
"Yo nací aquí, pero mis papás son de Colombia. No tengo una cultura especial para mostrar...".
Todos miraron a Tomás con curiosidad, y su amiga Valentina se acercó para animarlo.
"¡Claro que sí! La cultura colombiana tiene música, bailes y comidas riquísimas. ¿Por qué no nos cuentas sobre el Carnaval de Barranquilla?".
Tomás se iluminó al oír esto. "¡Es verdad! El Carnaval es una fiesta muy divertida, llena de colores y música. Cada año, la gente se disfraza y hay desfiles increíbles...".
El día del festival llegó y el gimnasio de la escuela estaba decorado de manera colorida. Cada clase había preparado un stand con comidas, vestimentas y actividades. La música sonaba y la alegría se podía sentir en el aire.
Luca presentó su pasta al pomodoro mientras explicaba la importancia de la comida italiana. Valentina mostró sus pasos de tango, duros y llenos de ritmo, y todos aplaudieron con entusiasmo. Sofía contó aterrados sobre la Llorona, mientras los demás prestaban mucha atención.
Cuando llegó el turno de Tomás, respiró profundo y subió al escenario con un disfraz colorido que había traído de su casa.
"Hoy les voy a hablar sobre el Carnaval de Barranquilla. Es la fiesta más grande de Colombia y se celebra todos los años. Hay muchos bailes, como la cumbia y el vallenato...".
Luego, hizo un pequeño baile y a todos les encantó. "¡Mirá cómo me estoy divirtiendo!", gritó, mientras la música sonaba de fondo.
De repente, se apagaron las luces y sonó un tambor. Era Rolando, conocido como "el rey de los tambores" en su barrio, que ¡también era amigo de Tomás!"¡Yo quiero tocar un poco también!", exclamó Rolando mientras se unía a Tomás en el escenario.
Ambos se pusieron a bailar y a tocar. La energía del festival aumentó, y los chicos comenzaron a unirse. ¡El gimnasio se llenó de ritmos de diferentes culturas!
Aquel día, los alumnos no solamente aprendieron sobre otras costumbres, sino que también se dieron cuenta de la importancia de la diversidad cultural. La diversidad hizo que el festival fuera un momento único y especial para todos.
Justo antes de que el evento terminara, el señor Ramírez subió al escenario:
"Quiero agradecerles a todos por su esfuerzo y dedicación. La diversidad nos enriquece y hoy hemos aprendido que, aunque somos diferentes, todos juntos hacemos algo maravilloso".
Con aplausos y risas, el Gran Festival de Culturas terminó. Al regresar a casa, Tomás se sintió orgulloso de haber compartido su cultura. No solo había encontrado una forma de expresarse, sino que también había hecho nuevos amigos y creado memorias.
Al día siguiente, todos los chicos hablaban del festival. Y así, nunca más Tomás se sintió un chico sin cultura. En su corazón sabía que cada uno tenía su lugar y que juntos mostraban lo mejor de cada uno.
Y así concluyó la historia de cómo la diversidad cultural unió a un grupo de amigos en la Ciudad de los Colores.
FIN.