El gran festival de Guillermo


Había una vez un niño llamado Guillermo, que tenía 6 años y asistía a la escuela primaria "Los Pequeñitos". En su clase, la maestra se llamaba Loli, una señorita muy amable y cariñosa con todos sus alumnos.

Un día, al llegar a la escuela, Guillermo notó algo diferente en el ambiente. Sus compañeros estaban un poco tristes y preocupados.

Al preguntarles qué les pasaba, ellos le contaron que estaban preparando una obra de teatro para el festival escolar, pero habían perdido todas las decoraciones que habían hecho. Guillermo decidió ayudar a sus amigos. Se acercó a Loli y le dijo: "-Seño Loli, ¿puedo encargarme de hacer nuevas decoraciones para la obra? Quiero ayudar a mis compañeros.

" La maestra sonrió y aceptó encantada. Así comenzaron los días de trabajo intenso para Guillermo. Pasaba horas dibujando y recortando diferentes formas coloridas para adornar el escenario.

Además, recolectaba materiales reciclables como cartones y botellas vacías para crear objetos sorprendentes. El resto de los niños se dieron cuenta del esfuerzo de Guillermo e inspirados por su dedicación también empezaron a colaborar. Juntos formaron un gran equipo creativo.

Cada uno tenía una tarea especial: algunos pintaban telones mientras otros ensayaban sus diálogos para la obra. La fecha del festival se acercaba rápidamente y todo estaba quedando hermoso gracias al trabajo en equipo. Pero entonces ocurrió algo inesperado: Loli cayó enferma justo antes del evento.

Guillermo y sus amigos estaban preocupados. Sin embargo, en lugar de rendirse, decidieron tomar el control de la situación. Se pusieron de acuerdo para organizar ellos mismos el festival. Guiados por Guillermo, los niños ensayaron con dedicación y compromiso.

Se repartieron las tareas entre sí para asegurarse de que todo saliera perfecto. Algunos se encargaron del sonido, otros del vestuario y maquillaje, y todos practicaron sus líneas una y otra vez.

Finalmente llegó el gran día del festival. Los padres llenaron el auditorio emocionados por ver a sus hijos actuar. Cuando Guillermo subió al escenario como director improvisado, todos aplaudieron con entusiasmo. La obra comenzó y los niños demostraron su talento en cada escena.

Las decoraciones hechas por Guillermo brillaban en el escenario, dándole un toque especial a la actuación. Al finalizar la obra, los aplausos resonaron fuertemente en todo el auditorio.

Los padres no podían dejar de felicitar a Guillermo y a sus compañeros por su increíble trabajo. Después del festival escolar, Loli regresó recuperada al colegio. Estaba sumamente orgullosa de sus alumnos por haber demostrado tanto esfuerzo y valentía al enfrentar los desafíos sin rendirse.

Guillermo aprendió una valiosa lección: nunca hay que subestimar nuestras propias capacidades ni dejar que las dificultades nos detengan. Con trabajo duro y determinación, podemos superar cualquier obstáculo que se presente en nuestro camino.

Desde aquel día, Guillermo continuó siendo un niño creativo e inspirador. Siempre buscaba nuevas formas de ayudar a los demás y nunca dejó de creer en sí mismo. Y así, junto a sus amigos y la maestra Loli, vivieron muchas aventuras escolares llenas de aprendizaje y diversión. Fin.

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